La aspidistra, una resistente en la sombra: cuidados y ventajas de la planta "de hierro fundido"

A la aspidistra (Aspidistra elatiores) se le llama también Pilistra, el nombre más habitual, pero he llegado a escuchar a personas que la llamaban «aspirina». Los ingleses la llaman la «planta de hierro fundido», seguramente por su extrema dureza a cualquier condición de cultivo. Puede aguantar semanas incluso sin agua, aunque eso haga que sus hojas pierdan brillo y se queden plegadas sobre sí mismas. En cuanto vuelva a tener agua, revivirá sin problema. Sí, también, pero si no es continuado en el tiempo, porque entonces sus hojas amarillearán y sus rizomas subterráneos se van a pudrir. Pero un exceso de agua puntual, lo resiste bien. El rizoma es un tallo subterráneo que tiene muchas plantas. En general suelen ser bastante superficiales, y muchas veces incluso se pueden ver creciendo sobre la tierra. Os sonarán mucho los del jengibre o el de la cúrcuma, por ejemplo. También lo tienen los lirios (Iris spp.). Tienen una función de reserva de agua y de nutrientes. Es una de sus principales fortalezas. Cuando nos preguntan por una planta para zonas con poca luz, la aspidistra es una campeona, porque puede crecer allí donde otras plantas se morirían, por falta de energía. Pues la respuesta, como siempre, habría que buscarla en su lugar de origen, que está en un archipiélago al sur de Japón, donde crece formando el sotobosque de grandes árboles perennes, parientes de nuestra encina (Quercus ilex). De esta forma, su genética está adaptada a la sombra que le producen las copas de los árboles. En nuestras casas podemos cultivarlas un poco más alejada de las ventanas… Sin pasarse, ojo. No vamos a colocar la planta en un recibidor o vestíbulo en el que no entre ni un rayito de luz. Lo mejor es ir adaptando la planta poco a poco a situaciones menos luminosas. Como ya hemos dicho por aquí unas cuantas veces, si se quiere colocar a una planta en lugares con poca luz, hay que ir aclimatando a la planta a esa falta de luz, e ir colocando a la aspidistra en la parte más interior de las habitaciones de forma progresiva, con algún paso intermedio. Si no es muy intenso y prolongado, sin duda. Incluso por debajo de los cero grados centígrados. He visto aspidistras en balcones y jardines de media España, de la España más fría en invierno, y resisten a la perfección. En su lugar de origen también están acostumbradas a algo de frío, por eso lo aguantan también aquí. El mejor síntoma de que la planta recibe una buena cantidad de luz, es el color verde muy oscuro de sus hojas. En casa debemos tener cuidado del exceso continuo de agua, y también de que no reciba el sol directo más fuerte o de lo contrario sus hojas amarillearán o, como mínimo, tendrán una coloración más pálida, no tan estética. Sí, pero son muy difíciles de ver. Su flor es muy pequeña y tiene la peculiaridad de crecer a ras de suelo. Para aumentar la dificultad a la hora de verla, es de color rojo. No es vistosa. La aspidistra es familia de la «cebolla preñada» (Albuca bracteata). Ambas son de la familia de las asparagáceas, como el espárrago. Es una familia donde encontramos muchas especies muy resistentes y perfectas para las casas. Por ejemplo, la sansevieria (Dracaena trifasciata), las mismas drácenas o palos de Brasil (Dracaena spp.) o las cintas (Chlorophytum comosum ‘Variegatum’). Seguro que los que tengáis estas plantas en casa podéis certificar su dureza. No es una de esas plantas que sean muy rápidas a la hora de crecer, pero si todo va bien, todos los años nos darán varias hojas nuevas más, que salen directamente del rizoma subterráneo, como si brotaran de la misma tierra. Sí, con un buen abono orgánico, y en su justa medida. Si echamos un abono líquido o uno de liberación rápida químico, puede que las hojas nuevas salgan más débiles y algo deformes, porque es una planta que no requiere de dosis muy altas de nitrógeno. Así que debemos de ser cuidadosos. Lo mejor, como he dicho, es aplicar un abono orgánico, que se liberará lentamente, y no causará un desequilibrio en la planta. Pues, también aparte de ese exceso de sol, que hace amarillear las hojas, os tenéis que fijar en el envés de las hojas en el verano. Si notáis una fina tela de araña, o como un polvillo fino cuando pasáis el dedo, es muy posible que la planta tenga araña roja. Si la planta es manejable, se puede sacar a la terraza o meter en la bañera, y darle una buena ducha, para quitar todas esas arañas casi microscópicas. Como les gusta el calor y la sequedad del verano, es entonces cuando será más probable que aparezcan. También hay que tener cuidado con las cochinillas, que son como unas pequeñas lapas de color marrón claro u oscuro, que se pueden detectar por ambos lados de la hoja, fijadas sobre ella, y chupando su savia. Se pueden retirar con un paño mojado, como método muy casero. Si los que tengáis esta planta veis las hojas más viejas amarillean, es algo normal, es el proceso de renovación natural de la planta. Desde luego, yo casi me atrevería a decir que llega a ser centenaria. Es la típica planta que pasa de abuelas a nietas, perfectamente. Recuerdo una vez que, cuando vivía en Granada, me encontré tirado en el cubo de la basura un enorme macetón con una aspidistra enorme. Estoy seguro de que, como mínimo, era octogenaria.

La aspidistra, una resistente en la sombra: cuidados y ventajas de la planta "de hierro fundido"

Los ingleses la llaman la “planta de hierro fundido”, seguramente por su extrema dureza

Eduardo Barba

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