No nos morimos, nos matan

Me parece muy importante cómo explicamos los periodistas las noticias de violencia de género. Deberíamos tener un sensor de alerta que nos llame la atención por lo que decimos y el cómo lo contamos.

He recurrido a María Martín Barranco que es una escritora y divulgadora española especialista en género e igualdad que escribe sobre el lenguaje inclusivo y lleva muchos años hablando de cómo se tienen que contar estas noticias.

Es una de esas mujeres de las que una no sale indemne, sobre todo si te dedicas a escribir y a contar.

Y en estos días, en los que las noticias están llenas de violencia de género y asesinatos, nos ha recordado que contar es importante, pero más importante es saber hacerlo. Porque el lenguaje pesa e influye, y ella daba una serie de consejos.

Cuando pasan estas cosas no nos morimos, nos matan. No muere porque cae por la calle, la han matado.

No entremos en detalles al contarlo. Eso alimentará solo a los amantes del morbo, porque para el resto, son innecesarios. Y, al fin y al cabo, nos han matado.

Habrá siempre un vecino dispuesto a hablar con nosotros. O un familiar que diga frases como esta: “Se le fue la cabeza a mi yerno”. Pero somos periodistas y tenemos una responsabilidad. Tiremos de agenda, preguntemos a los expertos.

No es un suceso, tampoco es una lacra, eso que define la RAE como “vicio físico o moral que marca a quien lo tiene”. No es un defecto que tengamos, como la nariz grande o ser alto o bajo. Es un problema social.

No es una disputa, es violencia machista.

No recojamos tampoco aquello de “parecía una buena persona”, “una vez me ayudó a cruzar la calle” o “se les veía muy bien”. El maltratador casi siempre pone buena cara de puertas para fuera.

No es violencia machista solo la que asesina. Cuando te humillan, cuando te controlan, cuando quieren que seas nadie, también lo es.

Son 54 mujeres asesinadas, como son 55 los huérfanos y huérfanas menores de edad solo en lo que llevamos de año.

Creo que no se nos debe olvidar cómo lo contamos y la importancia de las palabras que escogemos. Cuando se habla de formación con perspectiva de género, que a veces genera mofa y risa, tenemos que auditarnos y sacudirnos por dentro.