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Gabriela Cabezón Cámara, contra la RAE: "¿Por qué tenemos una institución Real que legisla la lengua y por qué tenemos que hacerle caso?"

La escritora argentina, finalista al Booker, nos presenta 'Las niñas del naranjel', una novela inspirada en el personaje histórico de la Monja Alférez, que nació como niña en España en 1592, se sumó travestida como varón a la Conquista de América y murió como hombre, haciéndose llamar Antonio de Erauso

Gabriela Cabezón Cámara, contra la RAE: "¿Por qué tenemos una institución Real que legisla la lengua y por qué tenemos que hacerle caso?"

Gabriela Cabezón Cámara, contra la RAE: "¿Por qué tenemos una institución Real que legisla la lengua y por qué tenemos que hacerle caso?"

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Gabriela Cabezón Cámara nació en San Isidro, Buenos Aires, en 1968. Escritora y periodista cultural, debutó en la novela con 'La Virgen Cabeza' en 2009. Con 'Las aventuras de la China Iron' (2017), fue finalista del International Booker Prize 2020 y del Premio Médicis 2021, traducida a una decena de idiomas. 'Las niñas del naranjel', publicada por Random House, es su última novela.

La historia de Catalina de Erauso es fascinante, tiene todos los ingredientes para convertirse en una gran novela. En estos 400 años, de hecho, el mito de la Monja Alférez ha sido objeto de estudios históricos, relatos biográficos, películas y cómics. Nació en San Sebastián a finales del siglo XVI y murió en México en torno a 1650. Nació siendo mujer y murió como hombre, haciéndose llamar Antonio, con permiso del papa Urbano VIII, y convertida en toda una celebridad. Pasó de ser una novicia a escapar del convento y convertirse en militar, sumándose travestida como varón a la Conquista de América.

'Las niñas del naranjel' nos sitúa en plena selva. Para cumplirle a su Virgen del naranjel, que lo ha salvado de la horca, Antonio huye de un cuartel militar con dos niñas hambrientas capturadas por los españoles. Desde la selva, escribe una carta a su tía, priora del convento de San Sebastián el antiguo, para relatarle su vida de aventuras. Arriero, tendero, alférez, grumete y paje en la corte de Felipe III, a lo largo de su existencia Antonio cambia nombres y oficios. Nacido mujer pero travestido como hombre, empuña la espada, hunde la daga, se une a la conquista del continente americano, regresa a Europa, comete todo tipo de crímenes, y vuelve a embarcarse rumbo a América, donde acabó muriendo.

Cubierta de &#039;Las niñas del naranjel&#039;, de Gabriela Cabezón Cámara

Cubierta de 'Las niñas del naranjel', de Gabriela Cabezón Cámara / Random House

Cubierta de &#039;Las niñas del naranjel&#039;, de Gabriela Cabezón Cámara

Cubierta de 'Las niñas del naranjel', de Gabriela Cabezón Cámara / Random House

Bienvenida a España, ¿qué relación tienes con este país en general y con su historia en particular, con ese pasado colonizador que recoges en 'Las niñas del naranjel'?

Bueno, es una relación controvertida. Por un lado están los abuelos, que eran personas dulces, por lo menos con sus nietos. Y por otro esa historia que es de un genocidio sin parangón, una historia muy dolorosa, y también pensar cómo la matriz de la conquista no la pudimos deshacer nunca desde Latinoamérica. Nuestros gobiernos siguen siendo coloniales, además de colonizados.

Catalina de Erauso o Antonio de Erauso, La Monja Alférez, fue una novicia convertida en militar, una asesina confesa, ludópata, lesbiana y quizá transexual. Es uno de los personajes más interesantes del Barroco y del Siglo de Oro, ¿qué te interesó a ti?

Yo lo que vi en él, en su historia, es primero una determinación a seguir su deseo cueste lo que cueste. Y después una espiral de violencia de una vida sin matices, sin reflexión. Por lo menos en su supuesta autobiografía, es un personaje chato que no tiene una reflexión nunca. Corre, corre, corre, ataca, se defiende, mata por cualquier estupidez y lleva una vorágine, toma una velocidad que es un peaje del mundo colonial. Siempre fuera de la ley, siempre salvándose por un pelo. Dicho esto, lo que hago principalmente es ficción.

Antonio escribe cartas a su tía. El género epistolar en la novela, ¿le permite esa reflexión de la que carece el personaje, como dices?

Sí, un poco. Lo que hago con el personaje histórico, que lo tomo para la ficción, insisto, es ponerlo en una situación de calma, de paz, donde no tiene ni que atacar ni que defenderse de nada. Y en ese periodo de calma al personaje se le hace como un pliegue, se refleja en sí mismo y puede pensar algo, puede relatarse, puede decirse y eso le va armando en la carta que le escribe a la tía priora.

No podemos juzgar a un personaje y un contexto con los ojos del presente, pero leyendo esta ficción, ¿podemos al final sentir cierta compasión por él?

Yo esa pregunta la respondo con ficción. No sé, un poco de compasión por una niña arrojada fuera de su mundo, de su familia, a los cuatro años, no es difícil tener, por ejemplo. Después, en la medida en que avanza su vida, la compasión se va complicando.

Quizá la compasión la encontramos en la mirada de esas dos niñas a las que cuida en la selva. Dos niñas que le hacen preguntas sobre el mundo en general, todo un mundo por descubrir para ellas.

Porque son niñas que vienen de otra cultura que es más luminosa que la nuestra, una cultura que no tiene que producir muerte, muerte y muerte. Y desde su propia cosmogonía, por ejemplo, hay como un ser increado que se va creando en la medida en que crea todo. Pero tan increado como él hay un colibrí y una flor. Así que ya para empezar es una cosmogonía que da más cuenta del tejido de la vida que la nuestra la nuestra, es una cultura mucho menos tanática, masacradora y ecocida que la nuestra. Las niñas vienen de esa cultura, son de esa cultura, están en su propio territorio y sí, las cuida pero por motivos equivocados, por un cálculo, él cree que la Virgen los ha salvado de morir y calcula que la volverá a necesitar y piensa que si ayuda a estas niñas, va a tener el favor de la Virgen después. Y las niñas también lo cuidan a él, empieza a darse un fenómeno como de círculos concéntricos de cuidados y no sabes muy bien quién cuida a quién.

Qué importante también el contarse a uno mismo, aunque sea algo muy subjetivo, es también es una forma de contar desde lo individual, lo colectivo. Y aquí ese relato que él hace está muy atravesado por una mirada masculina. Hablabas de una cultura violenta y brutal, esa es la historia del heteropatriarcado.

Sí, sí, del heteropatriarcado tal y como fue construido en Occidente y que, además, en esa época evidentemente y de algún modo estaba siendo cuestionado y repensado. Porque si pensamos en el honor caballeresco, que parece ser muy consustancial con esa clase de masculinidad, también está cuestionado de una manera más luminosa en El Quijote. Quijote, entre otras muchas cosas que no vamos a agotar, es también una burla. Y esta historia termina siendo una parodia de este sentido del honor, que lo arrastra a una vorágine de locura, crimen y muerte. A que su vida sea también un horror, una huida constante.

Frente a esa clase de masculinidad está el feminismo, que nos ha hecho mirar a lugares a los que no estábamos acostumbrados y a politizarlos. Y ahora destaca una nueva mirada decolonizadora, feminista y queer. Me estoy acordando del trabajo que presentó la artista mexicana Naomi Rincón Gallardo en La Casa Encendida, por ejemplo.

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¿Es esta nueva mirada feminista, escrita por mujeres, queer y decolonizadora la más potente ahora?

No sabría decirte, sí sé que es necesario que desmontemos desde la periferia la colonialidad de nuestra cosmovisión, la identificación con el amo, que es una cosa increíble en Argentina en particular, es muy fuerte. A mí en la escuela me hacían pintar las carabelas de Colón como la llegada de algo bueno y hermoso. Además, nuestra intelectualidad, cuando tiene que explicar algo, lo explica casi exclusivamente a través de filósofos europeos que han pensado grandes cosas. Yo no los estoy descalificando, pero si sos argentino, si vivís en una periferia, con otra historia, con otras claves geopolíticas, tenés que pensar vos desde tus propias coordenadas. Y yo diría que esto es lo mismo. Pensar, desde el feminismo, un sistema de relaciones socioafectivas, de paridad, que nos vendría muy bien a todos, a todas, a todes. Y me parece que lo de colonialidad, además, es muy urgente, porque lo que se está haciendo a nivel extractivismo en América Latina y en África es muy grave. Lo que han hecho con la Amazonía no va a impactar solo en la Amazonía o solo a los pueblos que defienden la Amazonía, que son masacrados como si fueran moscas, sobre todo durante el gobierno ultraderecha de Bolsonaro. Eso debería preocuparnos, afecta a todo el globo. La colonialidad nos arrastra a la muerte de todas las formas de vida complejas del planeta y nosotros somos una forma de vida compleja también.

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Ya que mencionas cómo te enseñaron en la escuela la llegada de Colón, me he acordado de que estos días Robert De Niro también denunciaba cómo se enseña la historia en estos tiempos de posverdad y hechos alternativos. Ponía el ejemplo de Florida, donde se enseña a los jóvenes, dice el actor, los beneficios personales que adquirieron los esclavos por su condición de esclavos. O que hay quienes defienden que los indios nativos americanos eran egoístas que no quisieron compartir sus tierras. En este relato de Antonio de Erauso también hay una verdad, que es la suya, un relato parecido a este: nosotros somos los buenos, el progreso, vosotros los salvajes. ¿Cómo desmontar estos relatos, hoy con Milei en Argentina y mañana de nuevo con Trump en la Casa Blanca?

Bueno, no lo hemos logrado del todo en todos estos años, que hay momentos en que ese relato se quiebra, pero se vuelve a tejer. Hay gente muy poderosa que trabaja para corporaciones mega gigantescas, que concentran más riqueza que muchos estados y por ende más poder. Y habría que darles la experiencia que tuvieron las personas esclavizadas, un año, para que vean los beneficios personales. Se me ocurren cosas horribles que decir. Hay un avance de la ultraderecha, en Estados Unidos se prohíben libros, estamos todos preocupados por cancelar a gente por detalles. Y esto de estar prohibiendo libros es una avanzada muy seria, porque lo que se hace en Estados Unidos, después se reproduce mucho en el resto del mundo también. Porque hay redes de financiación de grupos de ultraderecha que son globales, esto no es imprevisto ni espontáneo, que están trabajando para hacer eso y que niegan el cambio climático, es decir, niegan las formas de colonialidad hasta el extremo de negar el cambio climático, que es un producto en gran parte del colonialismo, de esta noción de saqueo, de esta emoción de nosotros somos la civilización y ustedes son nada, que es muy occidental. Occidente es eso.

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En 'Las niñas del naranjel' juegas con las diferentes lenguas, juegas con el lenguaje, con la gramática, con la estructura y con el género. Utilizas en la escritura y en tu oralidad el género neutro, algo que algunos escritores, sobre todo señores mayores, consideran que es una moda pasajera que perturba el lenguaje.

Bueno, qué es eso, ¿los señores mayores no saben que el lenguaje es una perturbación constante? Es un campo de lucha, es un campo vivo. Y en cuanto a la moda pasajera, no sé con quién se miden ellos, si con Homero.

De ti dicen que eres la escritora más barroca o de las más barrocas latinoamericanas que hay. ¿Te gusta esa etiqueta?

Me encanta el Barroco y me encanta cómo lo encarnamos en el río La Plata, que es barroso.

¿Cómo ves este nuevo boom latinoamericano protagonizado por mujeres del que tanto se habla?

No es un boom porque el boom fue una idea de marketing de una mujer brillante, Carmen Balcells, que lo produjo. Además, de entre los muchísimos escritores de enorme talento que había en Latinoamérica, ella eligió a 45, los mantuvo para que escribieran las novelas, les hizo las campañas de marketing, una genialidad de una empresaria enorme, con mucha cabeza para pensar un fenómeno y crearlo. Y ahora no está pasando nada de eso, no hay una mujer genial bancándonos, ni una mujer, ni un hombre ni nadie bancándonos para que escribamos, produciéndonos el marketing. Me parece que impresiona tanto también porque asombra todavía que las mujeres escribamos, si es disruptivo es que habla de lo conservadores que somos, porque las mujeres escriben: Sor Juana Inés de la Cruz, Hildegarda, podemos ir más atrás, Safo. Sí, las mujeres escribimos, se escribe con las manos. Si uno se fija, no hay más mujeres que varones escribiendo. Y es muy normal que todos escribamos, todas, todes.

La Real Academia de la Lengua Española acaba de incluir en su diccionario online no binario y disforia de género. Paso a paso la institución va recogiendo otras realidades que siempre han estado ahí, aunque ahora sabemos ponerles nombre.

Sí, bueno, me alegro por la Academia Española, pero eso de Real, oh, Dios mío, es muy conservador. Por qué tenemos que tener una institución que nos legisle la lengua y por qué los latinoamericanos tenemos que hacerle caso es una pregunta que me hago. ¿Y por qué ustedes? ¿Y por qué nadie?

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