La Navidad, días de exageraciones, de nostalgia y de privilegios
Que estas sean nuestras máximas preocupaciones también dice mucho de la suerte que tenemos
Me enfrento a estas fiestas con sensaciones encontradas. A veces es un poco la nostalgia, a veces es la alegría del reencuentro. Pero en función de todo lo que hemos visto este año, de la exageración, la sobrerreacción y la hipérbole en la política, pues imagina lo que han sido las cocinas este año, como otros años.
No dejan de ser días para la exageración. Una exageración que empieza, además, en los supermercados, en los días más inmediatamente previos.
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Por ejemplo, el otro día estaba escuchando a una dependienta de unos grandes almacenes decir algo tan sencillo como “pues yo iba a por naranjas al supermercado y me he gastado 50 euros, porque a unas aceitunas en estos días una no puede decir nunca que no”. Y decirte a ti mismo, haciendo trampas, que ya cerrarás el pico cuando toque, que no se sabe cuándo toca. Es como lo de cuándo dejar de felicitar el año. No se sabe, no hay una medida.
España cambia, afortunadamente, en muchos casos, pero sigue habiendo demasiado embutido, mariscos, canapés a los que durante el resto del año nunca has prestado demasiada atención, pero en cuanto los tienes delante devoras de forma compulsiva. Son días de beber y beber, y no precisamente dos litros de agua, que esa es la fórmula que dicen las supermodelos que las mantienen así de guapas. Eso y dormir ocho horas.
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La Navidad, días de exageraciones, de nostalgia y de privilegios
Son días también en los que dices que sí a cualquier tipo de dulce, aunque tú lleves sosteniendo -y aquí hablo por mí- desde que te iniciaste a la vida adulta que eres más de salado. Porque en Navidad yo creo que uno es de todo, en general. Uno es hasta del cargante de la familia estos días. Porque yo quiero reivindicar la figura del cuñado, porque el único cuñado que tengo es un ser excepcional. Pero siempre hay un cargante -normalmente suele ser uno y no una cargante-. Y también reivindico hasta a los adolescentes de los que hay que exprimir esos momentos tan escasos en los que no odian a sus padres. Por ejemplo, yo ayer por la tarde me bailé un temazo que es 'Dime', de Beth, que se presentó a Eurovisión. Me lo bailé con mi hija, viendo que estaba de excelente humor, y dije “bailemos en el salón como si no nos viera nadie”.
Son días también en los que hay regalos. Está, en algunos casos, el primer móvil. También la primera crema antiarrugas, el primer regalo práctico. Aún recuerdo cuando mi madre consideró oportuno regalarme una vaporeta. El disgusto que me pegué porque me cayeron 20 años de golpe. El primer discurso del rey, que a lo mejor alguien no escuchará ni le prestará atención, no como por lo menos en mi infancia, donde a la hora del discurso del rey se paralizaba a la mesa la cocina porque había que sentarse a ver lo que iba a decir el buen señor.
Y luego también son días en los que, como decía antes, con la nostalgia, hay la primera -o ya no la primera, en mi caso- de las sillas que alguien no ocupará. O el nuevo y la nueva que debuta en una cena de Nochebuena, o en una comida de Navidad, que estará esa noche o ese mediodía con la familia a la que acaba de llegar como 'pareja de'.
Hoy es el día en el que, como diría mi madre, hay que estar un poquito en plan 'hasta la próxima'. O quizá no, porque están los que vivirán de las sobras hasta la próxima comilona y los que festejan San Esteban con canelones. También es el día de las analíticas. Si nos hacemos una analítica, los que estamos ahora seguramente nos dé mal de triglicéridos, de colesterol, con el hígado y los riñones sometidos a la propia San Silvestre.
Pero hoy también es un día en el que, como casi siempre, algunos, entre los que me encuentro, festejamos el privilegio. Porque esta es una Navidad bastante común, pero no todo el mundo, y más estando en el punto en el que estamos, puede decir que lo celebra de esta manera. Porque que estas sean nuestras máximas preocupaciones también dice mucho de la suerte que tenemos.
Ángeles Caballero
Periodista. Colabora en 'Hoy por Hoy', con Àngels Barceló. Escribe en El País. Y habla en La Sexta.
