Las doce

Una, porque los primeros siempre están solos, como los científicos y las científicas que descubrían las vacunas, o como quienes se rebelan contra las injusticias.

Dos, porque siempre tropezamos dos veces con la misma piedra. Lo canta el villancico: pero mira cómo votan los españoles en el lío, y votan, y votan, y vuelven a votar.

Tres, por los tres astronautas que vieron la tierra blanca de la luna, y por la película Capricornio Uno. Luego pasó como en La rosa púrpura del Cairo, y la conspiración se hizo carne.

Cuatro, como Sigrid en El Capitán Trueno, y D'Artagnan en Los tres mosqueteros, y Dorothy en El Mago de Oz, y los tres sinópticos junto al libro de Juan.

Cinco, por las cinco extinciones masivas que ha conocido la Tierra, ahora estamos en el cambio climático, y por los cinco continentes que aprendimos en la escuela.

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Seis, por el seis doble del dominó, la radio en el suelo, y cómo sabía mi padre las fichas de todos los que jugábamos.

Siete, por el billar del bar Rosales, aquel tapete roto como una Amazonia perforada, y nuestros dedos manchados de azul igual que en El nombre de la rosa.

Ocho, como el símbolo del infinito puesto en pie. Dos veces vi ponerse en pie el infinito. El día de la huelga general de un 14 de diciembre, y otra vez que volvieron las Brigadas Internacionales.

Nueve, por los nueve círculos del Infierno, que nos enseñó Dante. No abandonemos jamás ninguna esperanza. En el diccionario, después de nueve, viene nuevo.

Diez, porque en los exámenes siempre sacaban un diez los mismos, y encima no se conformaban con menos.

Once, por las futbolistas que tampoco se han conformado.

Y doce, por los doce hombres sin piedad que aún gobiernan países sin piedad, y mandan matar a las mujeres y a los niños.

Que 2024 sea distinto.