Lo pasaste muy bien, Colita... y nosotros contigo

Madrid

Mi querida Colita tuvo la pésima ocurrencia de amargarnos el final de este año de acíbar que ha sido el 23. Nos quedamos un poco más indefensos sin ella, pero no del todo, porque sus imágenes, afortunadamente rescatadas y ordenadas por manos cercanas y amigas, nos seguirán guiñando el ojo cuando lo necesitemos. Que es lo que Colita hacía cuando fotografiaba.

Mirad la libertad de este abrazo, nos decía, de esta manifestación de otros sexos, contemplad el descaro de este disfraz, sufrid con el desgarro de esta huelga de presos, admirad el bronce de esa mujer gitana. Pero no olvidéis nunca, nos decía su mirada, que vosotros también estáis aquí y sois testigos de un tiempo, de un país que, pese a quien pese, ya es el nuestro.

Y ahora, los más jóvenes, tenéis en las miradas de Colita y de aquella excelente cosecha de fotógrafos que dio Barcelona en los años sesenta y setenta, una especie de animada transfusión de memoria.

Porque no todo fue Gauche Divine, aunque la retrató como nadie, ni el trabajo de Colita como foto-fija, que solía hacer (y era ella mucho mejor lo suyo que las películas) para la sobrevalorada Escuela de Barcelona. Ni todo fueron cantantes en portadas de discos, a veces muy superiores, las fotos, al contenido. Ni solo hubo la extraordinaria grandeza de su obra en torno al flamenco.

Colita hizo de todo y su todo fue la época. Eso y nada menos nos queda. El olor del tiempo, no siempre marchito, vigoroso como esta remembranza que guardamos de Isabel Steva, Colita.

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Quienes la conocimos, gozamos, reímos, abrazamos y acompañamos en los guiños de ojo, año tras año, según contemplábamos el transcurrir de los eventos, lo pasamos muy bien.

Lo pasaste muy bien, Colita. Y nosotros contigo.