"Representamos a más de 100 millones de personas y buscamos una medalla": el sueño olímpico del equipo de refugiados
Masomah Ali Zada, encargada de la delegación de refugiados que competirá en los Juegos Olímpicos de París 2024, relata en la SER cómo se prepara un equipo con personas que han tenido que huir de decenas de países
Abdullah Sediqi, taekwondista afgano, Jamal Abdelmaji, atleta sudanés, o la jugadora de bádminton Dorsa Yavarivafa, iraní, no deberían tener nada en común más allá de ser deportistas. Pero las guerras y los regímenes totalitarios los han llevado a formar parte de un mismo equipo, un equipo que debutó en los Juegos Olímpicos de Río en 2016 y que para París 2024 espera contar con 70 representantes de una docena de países: el equipo olímpico de refugiados.
Son 70 historias de huida, entrenamiento y voluntad para perseguir el sueño de acudir a unos Juegos Olímpicos a pesar de todas las dificultades que se encuentran para ese objetivo en sus países de origen. Con el apoyo de la fundación que organiza el equipo, y el impulso de ACNUR, esta delegación va a representar a una de las comunidades más numerosas presentes en los Juegos, ya que hay más de 100 millones de refugiados en todo el mundo. Además de obtener las marcas mínimas en sus deportes, los miembros de esta delegación han de ser considerados refugiados por Naciones Unidas.
Todos somos conscientes de la importancia de nuestra presencia. Espero que seamos capaces de hacer que los refugiados de todo el mundo se sientan orgullosos
— Masomah Ali Zada, jefa de misión del equipo olímpico de refugiados en París 2024
Al frente del grupo para París 2024 está la ciclista afgana Masomah Ali Zada, que ya debutó como deportista olímpica en Tokio 2020. Allí quedó la última en la prueba de contrarreloj, pero su mera presencia fue un triunfo: "Crecí en una sociedad en la que se enseña que las mujeres no tenemos derechos, que yo no tenía derecho a montar en bicicleta, que no sería capaz de hacerlo, que no podría competir a nivel internacional. Así que mi participación en los Juegos de Tokio me permitió tener voz para defender los derechos de las mujeres" nos explica Ali Zada mientras ultima los preparativos para la cita olímpica de París.
Esos preparativos no son nada sencillos ya que los atletas que formarán en el equipo de refugiados viven dispersos por varios países, desde Canadá hasta Australia. "Los atletas nos van proporcionando información y tenemos una comunicación constante por WhatsApp y por email", relata Ali Zada, "nos vamos a reunir todos durante varios días en la ciudad francesa de Bayeux, antes de que empiecen los Juegos de París".
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Objetivo medalla
Ali Zada admite la dificultad que tienen estos atletas, la mayoría de origen sirio, eritreo o sudanés, para prepararse adecuadamente, aunque es optimista con las opciones de medalla sobre todo en deportes como el taekwondo, donde hay varios representantes del equipo de refugiados.
Estoy segura de que el equipo olímpico de refugiados será capaz, que tiene voluntad y esperanza para conseguir medallas
— Masomah Ali Zada, jefa de misión del equipo olímpico de refugiados en París 2024
Kimia Alizadeh es el nombre propio que alimenta esa esperanza. Esta taekwondista iraní fue medallista en Río 2016, fue de hecho la primera mujer iraní en lograr una medalla olímpica, pero en 2020 huyó de su país por la represión contra las mujeres del régimen de Alí Jamenei. En Tokio ya compitió con el equipo refugiado y rozó el bronce, perdió en el combate por esa medalla, y este año repite en París.
La fundación que sostiene al equipo, y que obtuvo el Premio Princesa de Asturias en 2022, ha creado un programa de becas para estos atletas que les permita no solo competir en los Juegos, sino prepararse en los cuatro años previos. "Todos los atletas refugiados tienen una beca. Todos tienen por tanto un respaldo financiero para prepararse de cara a los Juegos Olímpicos. Con la beca pueden formar parte de un club y pueden pagarse los viajes para las competiciones", explica Ali Zada.
Solidaridad con atletas rusos y bielorrusos
Le preguntamos a Ali Zada por los conflictos que protagonizan los meses previos a la cita olímpica de París. Por Ucrania o por Gaza. La jefa de misión del equipo de refugiados se muestra contundente en su respuesta: "Somos un equipo que representa el deseo de paz". Un mensaje que hace que esta delegación no se oponga a la presencia de atletas rusos o bielorrusos en París, donde tendrán que competir bajo una bandera neutral por decisión del Comité Olímpico Internacional.
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"No tenemos derecho a sacrificar atletas por culpa de razones políticas o por conflictos entre países", argumenta, "creo que es una buena idea que los atletas puedan participar en unos Juegos Olímpicos. Realmente no es importante que representen a sus países, sino que participen en los Juegos, que practiquen sus deportes y hagan realidad sus sueños".
El COI exige a los atletas de estos países que no tengan además vínculos con la guerra de Ucrania, algo difícil de demostrar considerando que, por ejemplo, en los Juegos de Tokio, la mayoría de medallistas rusos pertenecían a la disciplina del CSKA, el entramado deportivo vinculado al ejército ruso.
Ali Zada, ciclismo contra los talibanes
La propia historia de Ali Zada es un relato de lucha frente a la pérdida total de derechos de las mujeres en su país natal: Afganistán. "Empecé a practicar el ciclismo en Afganistán, en un país donde está prohibido para las mujeres, donde dedicarse a este deporte es peligroso para nosotras", nos cuenta. "Veía que había problemas sociales para las mujeres que montaban en bici, que era muy difícil para ellas, pero yo quería normalizar el ciclismo femenino en Afganistán. Quería demostrar que las mujeres podían usar bicicletas como los hombres, así que mi objetivo es mostrar que no hay problema porque las mujeres vayan en bicicleta".
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Esta ciclista huyó de Afganistán antes de la vuelta de los talibanes al poder, los cuales han implantado un régimen en el que las mujeres no pueden acceder a la educación superior y no tienen prácticamente ningún derecho en el espacio público. Entre la pérdida de sus derechos figura también la prohibición de practicar deportes.
"Debido a los problemas de seguridad, no podíamos entrenar con regularidad y no teníamos posibilidad de ir a competiciones internacionales. Pensé que no era posible hacer realidad mis sueños, pero cuando llegué a los Juegos de Tokio me di cuenta de que sí, de que los sueños pueden cumplirse", explica.
El pedaleo de Ali Zada simboliza la esperanza de millones de personas que buscan construir su futuro, una vida digna, aunque tenga que ser por obligación lejos de su tierra. "Tenemos muchas esperanzas en ganar una medalla y representarles lo mejor que seamos capaces."
Antonio Martín
Redactor de la sección de Internacional. Se incorporó a la Cadena SER en 2005 y desde entonces ha formado...