Junts ya sabe que puede sacarle al Gobierno lo que quiera

Madrid

El Gobierno salió vivo ayer de las votaciones, pero se dejó por el camino unos cuantos jirones de piel. Llegó al trascendental pleno, el primero en el que debía verificarse la cohesión de la mayoría de la investidura, sin haber cerrado los acuerdos necesarios y, al final, fue más lo que sucedió entre bambalinas, negociando hasta el último segundo, que lo que pasó en la tribuna de oradores.

Junts, finalmente, le dio aire al Gobierno de Pedro Sánchez, pero se cobró un precio considerable. Las cesiones del Gobierno de coalición a la formación independentista empiezan a configurar ya una lista excesivamente larga, cesiones y concesiones que no pasan por ningún tipo de debate ni de filtro. Los de Puigdemont van poniendo checks al lado de todas sus peticiones que el Gobierno va aceptando, ahogado en su minoría parlamentaria. Lo que en su momento Pedro Sánchez vendió como un acuerdo de legislatura con Junts es evidente que no existe.

El mercadeo llegó a ser tal que el Gobierno, por ejemplo, cede a la Generalitat, entre otras cosas, las competencias en materia de migración, y convierte a ERC, que es quien gobierna la Generalitat, en espectador de la cesión sin nada que decir. Un surrealismo más que se suma a todo lo vivido ayer. Junts ya sabe que puede sacarle al Gobierno lo que quiera, aunque también sabe que no le conviene tensar hasta la ruptura porque en juego hay algo tan valioso para ellos como la ley de amnistía, así que acostumbrémonos a lo de ayer, porque será lo habitual, convirtiendo la legislatura en la más incierta hasta ahora y en un auténtico infierno para el Gobierno central.

Y luego está Podemos, los cinco diputados de Podemos, que votaron con el PP y la ultraderecha para tumbar el decreto de la reforma del subsidio de desempleo, porque lleva el nombre de Yolanda Díaz, su archienemiga. Después, en El Abierto, intentaremos explicar ese supuesto recorte en la prestación que argumenta Podemos para su voto negativo, pero está claro que, además -y no hay por qué dudarlo-, de una preocupación por los trabajadores y las trabajadoras de este país hay un elemento de confrontación política entre ese sector de la izquierda que se suma a la inestabilidad de la legislatura y que, de momento y si no se soluciona, es una patada a Sumar en el culo de los desempleados.

Nadie dijo que esta legislatura fuera a ser fácil, pero no sé si el Gobierno pensaba que iba a ser tan difícil y desde tan pronto. La ley de amnistía, con todo su coste para Pedro Sánchez, queda claro que no ha servido de bálsamo.