Infidelidades: ¿Cómo las interpreta nuestro cerebro?
Raquel Mascaraque, periodista especializada en psicología emocional, analiza la respuesta de nuestra mente a los engaños dentro de la pareja

Infidelidades: ¿Cómo las interpreta nuestro cerebro?
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Casi el 33% de la población española declara haber sido infiel en alguna ocasión, según una encuesta de SigmaDos. Este porcentaje aumenta a partir de los 36 años; y el dato llega al 15% cuando se declara haberlo hecho en más de cinco ocasiones.
A las personas nos rompen el corazón, hieren nuestros sentimientos y nos dejan con un nudo en el estómago que llegamos a sentir como físico. Esta respuesta la encontramos en la interpretación que hace el cerebro del dolor emocional como dolor corporal. Algo similar ocurre cuando somos rechazados: se activan los centros de dolor en el cerebro. Es decir, nuestro cerebro registra el rechazo social como dolor físico. Cuando una persona se entera de que ha sufrido una infidelidad se activa la corteza cingulada anterior dorsal, la región cerebral asociada a los aspectos emocionales del dolor y sentimos tristeza, enfado, aumenta el estrés, se reduce nuestra autoestima y tenemos la sensación de que perdemos el control. La infidelidad incluso puede llegar a causar en la persona que lo sufre estrés postraumático, ansiedad o depresión y poner en riesgo la salud mental quien la ha padecido.
En el caso de que no haya una separación tras la infidelidad, la persona puede llegar a desarrollar hipervigilancia para cerciorarse de que la otra relación se ha terminado, o tener problemas de sueño o falta de apetito. Y la persona que lo hace puede sentir culpa, decepción o pensamientos negativos hacia su persona. Un estudio del psicólogo David Buss dice que las mujeres suelen sentir más angustia por infidelidad emocional, es decir hablar con una persona sin que haya tenido lugar un encuentro sexual, y los hombres por infidelidad sexual, además demuestran que tienen reacciones más agresivas cuando sienten celos. Pero estudios más recientes no lo asocian tanto al género, sino a los rasgos de personalidad, el estilo de apego que tengan.
¿Cuáles son los tipos de estilo de apego?
- Seguro: se caracteriza por la incondicionalidad. Sabes que tu vínculo no va a abandonarte. Normalmente estas personas se han criado con mucha atención y cariño. Esto les lleva a tener alta autoestima, a poder compartir sentimientos o a confiar en relaciones a largo plazo.
- Ansioso: está relacionado con que el padre o la madre no hayan estado muy presentes, lo cual les hace personas con más inseguridad y tienen más miedo de que alguien les abandone pero tampoco están completamente calmados cuando esa persona está ahí. Suelen generar dependencia emocional porque necesitan mucho contacto con la pareja.
- Evitativo: asumen que no pueden contar con el padre o la madre porque no han estado nada presentes, pero esto les genera mucho sufrimiento. Por este motivo, para protegerse, les cuesta intimar o hablar de emociones con sus parejas.
- Organizado: es una mezcla entre el ansioso y el evitativo. Y es el extremo contrario al apego seguro. La persona puede haber vivido un caso de abandono y son personas con mucha frustración e ira que parece que rechazan estar en una relación pero realmente es lo que más necesitan.
¿Qué tiene que ver el estilo de apego con la infidelidad?
Los psicólogos Allen y Baucom realizaron un estudio en 2004 para entender la relación entre la infidelidad y el estilo de apego. En esta investigación descubrieron que las personas con un estilo de apego ansioso y evitativo tienden más a ser infieles. Generalmente, el motivo de las personas con apego evitativo para cometer infidelidad es la necesidad de ganar espacio y libertad en sus relaciones, mientras que quienes presentan apego ansioso cometen infidelidad porque se sienten solas y buscan a alguien que les proporcione atención.




