Si amanece nos vamos
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"Las cosas podrían ir terriblemente mal": Todas las tragedias que aún están por llegar

Francesc Miralles, motivador de cabecera, analiza a través de la literatura cómo nos enfrentamos a todo lo malo que en el recorrido de la vida nos puede llegar

"Las cosas podrían ir terriblemente mal": Todas las tragedias que aún están por llegar

"Las cosas podrían ir terriblemente mal" es el título del libro del psicólogo estadounidense Kelly G. Wilson y Troy DuFrene que acaba de salir. Esto se debe a que los americanos suelen ponerse en el «Worst Case Scenario». ¿Qué es lo peor que podría pasar? Todo lo que quede por debajo es venial.

La dicotomía entre ponerse en el peor de los escenarios o intentar obviar que es posible que ocurra algo malo acompaña al ser humano durante toda la vida. Wilson declaraba en una entrevista para El País:

«Si vives lo suficiente, experimentarás una tragedia. Quiero decir, es una parte inevitable de la vida en la medida en que estás involucrado en el mundo, te preocupas por él y vives con cierta pasión, eres vulnerable a la pérdida.»

En su libro destaca algunas ideas que no dejan de ser un reflejo de los miedos y las posibles realidades a las que nos enfrentamos las personas en nuestro día a día; ya que a vivir nadie nos ha enseñado.

  • Lo malo suele ser inesperado

«Los verdaderos problemas de tu suelen ser cosas que nunca se te han pasado por la cabeza; el tipo de cosas que te sorprenden a las cuatro de la tarde de un martes cualquiera».

  • La mayoría de problemas nos los creamos nosotros

«Dale a un ser humano una tarea sencilla y la convertirá en un problema que hay que resolver. Es casi un hecho que, si estás vivo, tienes un problema. Y si no lo tienes, espera un minuto. La capacidad humana para resolver problemas parece casi ilimitada. Por supuesto, de vez en cuando hay algún descanso. Pero si fuera común o fácil desprenderse de la solución de problemas, no existirían cientos de tradiciones meditativas consistentes en la sencillísima técnica de repetir una palabra o frase, sentarse o respirar, de tomarte un momento para resolver problemas».

  • Sufrimos porque amamos

«Las cosas que más queremos en nuestras vidas están íntimamente relacionadas con las formas en que más sufrimos. Considera las formas en que experimentas ansiedad en tu vida y comprueba si están vinculadas a algo que te importa profundamente. ¿Te preocuparía tu rendimiento en el trabajo si ser un profesional de éxito y respetado no significara nada para ti? ¿Te quedarías en casa todo el día si no te importara mantener el autocontrol y la compostura en público? Si no te importara profundamente tu propio bienestar o tu capacidad para cuidar de las personas que quieres, ¿te preocuparía en absoluto bajar subirte a un avión?».

Francesc Miralles, el motivador de cabecera de 'Si amanece' nos propone un ejercicio para cuando las personas sentimos ansiedad.

  1. Hagas lo que hagas, ve despacio. Tontamente lento. Cómicamente lento. Arrastra las palabras, finge que eres un perezoso. Cueste lo que cueste, ve muy, muy despacio.
  2. Al principio de este libro hay una pregunta. Dice así: En este mismo momento, ¿aceptarás lo bueno y lo malo, te tomarás a la ligera las historias sobre lo que podría pasar, y serás el autor de una vida que tenga sentido y propósito para ti, regresando suavemente a esa vida cuando veas que te estás alejando de ella?
  3. No intentes responder a la pregunta de inmediato. En lugar de eso, piensa en ella sin responder. Lee la pregunta en voz alta, palabra por palabra, escuchando atentamente y tomándote un momento para asimilar cada término y cada frase.
  4. Luego, de alguna manera, responde a la pregunta en tu vida. Haz un pequeño acto de bondad en tu vida. Haz una pequeña ofrenda a un valor que sea tuyo.

El libro termina con el poema de Caroline Elkins 'Lo que sabíamos':

"A veces sentimos la necesidad de volver a las cosas sencillas. A las piedras, a la tierra, a la hierba, al viento. A las cosas que conocemos desde hace tiempo, a lo que conocíamos cuando lo que llenaba las horas era barro y unos cuantos palos, un montón de hojas o los huesos delgados y blancos de un pájaro muerto hacía tiempo. La enorme roca cercana al arroyo no era entonces demasiado dura para tumbarse y el sol sobre la piel desnuda resultaba cálido. No sentíamos la presión del tiempo como ahora. El mundo parecía sólido y real, y la vida era lenta, larga y buena".