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Sueño

"Ese profundo matiz, entre tener ganas de dormir o anhelar, desear algo fervientemente, marca los límites de esta riquísima palabra que nos llegó del latín 'somnus' y que tomó dos caminos en su paso al castellano"

Sueño

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Madrid

Rajoy confesó a los periodistas en 2013, tras una maratoniana cumbre europea, que tenía sueño; Martin Luther King gritó al mundo cincuenta años antes que tenía un sueño. Ese profundo matiz, entre tener ganas de dormir o anhelar, desear algo fervientemente, marca los límites de esta riquísima palabra que nos llegó del latín somnus y que tomó dos caminos en su paso al castellano. Uno, evolucionado, que acabó en sueño; otro más culto, que nos permitió nombrar los somníferos, la somnolencia y al "somnámbulo", con mn, al que deambula dormido. Una palabra que aún tenemos en el diccionario, aunque ha sido desplazada por la más simple y extendida sonámbulo.

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Todas las culturas han nombrado el sueño y los sueños. En la mitología griega encontramos al dios del sueño Hipnos y a sus muchos hijos llamados oniros, que eran la personificación de los sueños. Hijos de Hipnos fueron Morfeo y su gemelo Tánatos. Y en aquellos nombres míticos encontramos sin dificultad, miles de años más tarde, la raíz de lo hipnótico y de lo onírico, de la morfina y de la tanatología, que reúne todos los conocimientos sobre el sueño definitivo, la muerte. En fin, que el mundo de palabras que rodea al sueño y a los sueños es apasionante. Tanto que puede quitarte el sueño.

 
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