Leer

Madrid

Leemos que el verbo leer viene del latino legere que, en su camino al castellano, como otros, perdió la e final y la consonante intervocálica. Una pérdida parcial, porque la g la encontramos aún en lo legible y lo ilegible, y, suavizada, en la leyenda, lo que es digno de ser leído. Para los romanos legere era leer y elegir. Y aunque tuvieron un verbo propio para elegir, eligere, ese parentesco lo encontramos hoy en palabras fronterizas como lector y elector, lección y elección, por ejemplo. Y la hermandad es casi gemelar en un término que aún mantenemos fosilizado en el diccionario, el verbo esleer, que en los primeros balbuceos de nuestro idioma significaba elegir.

Leer es ver lo escrito y comprender su significado. Y no solo letras, también leen partituras los músicos, leen planos los arquitectos o nos leen el futuro en las líneas de la mano o a través de las cartas todo tipo de videntes y tarotistas. El verbo tiene además usos metafóricos muy bellos, cuando leemos el pensamiento o la tristeza en el rostro de alguien. Y otros usos más terrenales, con el sentido de interpretar, que nos llevan a leer las cifras del paro, los datos de una encuesta electoral o un partido de fútbol, por ejemplo, para desentrañar lo que encierra lo aparente. En fin, que leer es un verbo muy rico que da para interminables lecturas.