Del antropocentrismo al 'robotcentrismo': ¿nos dirigimos a una sociedad que gira en torno a la máquina?

Hasta el siglo XVI, la humanidad tenía un único centro: Dios. Él era a quien se achacaba el destino del Hombre hasta que, con la llegada del Renacimiento, se empezó a abrazar el antropocentrismo, la idea de que "el ser humano tiene que poder construir su propio destino con sus propios medios", explica el filósofo Nemrod Carrasco en 'El Faro'. Pero ahora que la tecnología se ha instalado en el centro de nuestras vidas, cabe preguntarse si estamos entrando en la era del 'robotcentrismo', esa en la que el humano gira en torno a la máquina y es ella quien toma sus decisiones. Navarro responde: "Claro, puede ser cualquier cosa. Lo que nos demuestra la Historia es que no hay ningún centro que sea inmutable".

En este futuro distópico, explica el filósofo, "el ser humano se convierte en una suerte de sujeto esclavo, súbdito de los designios arbitrarios de la tecnología". Una tecnología "emancipada" y que actúa "con arreglo a su propia lógica". Es un escenario posible, pero extremo. Por eso, hasta ahora la Filosofía ha teorizado sobre cuestiones más probables, como que el humano conviva con la tecnología como un aliado. "Hay una corriente filosófica que habla del transhumanismo, que pretende transformar a la especie humana hibridándola con elementos tecnológicos para que el nuevo ser humano puede llegar a ser autónomo y diseñarse de acuerdo a sus propios deseos", cuenta Carrasco.

En cualquier caso, el filósofo defiende la posibilidad de que el humano llegue a vivir sin ningún centro. "El problema es pensar que tiene que haberlo, porque al final da igual qué es aquello que lo va a ocupar: Dios, el ser humano o la máquina", subraya.

¿Las generaciones futuras pondrán la naturaleza en el centro?

Las generaciones más jóvenes son las más preocupadas por el medio ambiente. Por eso, Mara Torres le ha planteado al filósofo en su programa si es posible que en algún momento, la humanidad sea capaz de poner a la naturaleza en el centro de su vida. Carrasco lo ve improbable: "Alguien podría pensar que es lo deseable, pero cuando hablamos de naturaleza hablamos también de una abstracción. Tenemos una idea de algo armonioso, un paisaje, pero puede ser todo lo contrario: terremotos, volcanes, inundaciones... Al igual que el humano, la naturaleza tiene un componente destructivo".