Móvil
"En el primer diccionario académico de 1734, las palabras móbil y mobilidad aún se registran con b. Fue en 1780 cuando la RAE fijó la nueva ortografía de la palabra, que ya permaneció inamovible"

Madrid
Hoy hablamos de móviles, con uve, en La ventana, como de móviles están hablando en el Mobile, con b, de Barcelona. La diferencia ortográfica es curiosa, porque ambas palabras, en español y en inglés, tienen una misma etimología latina en la palabra mobilis, con be. Así que fueron nuestros antepasados los que convirtieron aquella b en v, cosa que no hicieron con los muebles, que, viniendo de la misma raíz, mantuvieron la b original. En el primer diccionario académico de 1734, las palabras móbil y mobilidad aún se registran con b. Fue en 1780 cuando la RAE fijó la nueva ortografía de la palabra, que ya permaneció inamovible.
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Más movimiento ha registrado en su definición. Porque el adjetivo móvil, que puede moverse, se asoció a los nuevos teléfonos que se crearon a finales del siglo pasado. Y su extensión fue tal, que el adjetivo pasó a ser sustantivo y el teléfono móvil paso a ser, sencillamente, el móvil. Lo mismo sucedió con el adjetivo fijo, que pasó también a nombrar al teléfono de toda la vida. No sabemos si un día estos últimos desaparecerán y si volveremos a llamar teléfono al artilugio o tendremos que inventar una nueva palabra, porque la tecnología ya hace tiempo que superó la etimología y la propia definición del diccionario actual que describe aún el teléfono como el “aparato por el que se transmite a distancia la palabra y el sonido”. Y eso ya, evidentemente, es pasado...





