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Timothée Chalamet: "La principal advertencia de 'Dune' es sobre esas figuras carismáticas que ahora vemos en el mundo"

La joven estrella protagoniza junto a Zendaya, Austin Butler y Javier Bardem la segunda parte de 'Dune', la apasionante superproducción de Denis Villeneuve basada en las novelas de Frank Herbert

Timothée Chalamet en 'Dune Parte dos' / WARNER BROS

Londres

La primera parte de Dune dejó al público con ganas de más. El director presentaba el universo ideado en los 60 por Frank Herbert, definía el arco dramático de los personajes principales y revestía todo de una suntuosa iconografía que ahora, en la Parte Dos, le sirve para centrarse en la acción y en la evolución psicológica y política de los protagonistas. "Uno de los desafíos es que tenía que asegurarme de que alguien que no hubiera visto la primera parte pudiera disfrutar de la segunda. La idea era tratar de hacer un resumen de la primera que no supusiera mucho trabajo para el público, que cualquiera pudiera apreciar la segunda parte sin haber visto la primera. Ese fue uno de los primeros desafíos de la adaptación", confiesa Denis Villeneuve en conversación con la Cadena SER en Londres.

En el nuevo Hollywood, entre superproducciones de superhéroes y los habituales delirios narrativos de Christopher Nolan, el director canadiense se ha abierto camino como un cineasta con un pie en el cine de autor y otro en los blockbuster. Villeneuve se dio a conocer internacionalmente con ‘Incendies’ y la industria americana le echó el ojo. Los thrillers ‘Prisioneros’ y ‘Sicario’ le consolidaron como uno de los grandes autores contemporáneos antes de adentrarse en la ciencia ficción con ‘La llegada’, la secuela de ‘Blade Runner’ y esta saga de Dune que le confirma como uno de los referentes del género en el siglo XXI. "La segunda parte es diferente porque quería que fuera diferente, no quería dar un paso atrás en terreno conocido. Como cineasta quiero tener desafíos más grandes. Quiero mejorar. Cada vez que haces una película, intentas superar los límites, intentas mejorar, porque como cineasta, cuando ves una película que acabas de hacer, solo ves los errores que has cometido. Y dije, la próxima vez puedo hacerlo mejor. Quiero mejorar eso, no puedo creer que lo haya estropeado ahí. La segunda parte surgió de ese fuerte deseo de mejorar y hacer una mejor adaptación que la primera parte", dice de su ambición y este monumental proyecto que, todo apunta, tendrá al menos una tercera entrega.

Dune es una rara avis en el ecosistema actual de Hollywood. Una superproducción exigente, adulta y política que ha reunido a un reparto espectacular, con las nuevas estrellas de la generación Z deslumbrando en la alfombra roja y con una nómina de veteranos que sabe aprovechar su momento en la película. Al frente de esta odisea desértica y alucinógena está Timothée Chalamet en el papel de Paul Atreides, el heredero de una casa prácticamente aniquilada por sus rivales, los Harkonnen, en colaboración con el emperador. Ahora el joven afronta su propio periplo en Arrakis junto a los Fremen, el pueblo rebelde que se resiste a permitir la explotación de sus recursos, mientras decide si vengarse por la muerte de su padre. "El mayor desafío fue afrontar este camino con alguien que aún es joven. No parece un personaje profundo en muchas partes de la película, pero a lo largo de ese camino y al final realmente consigue crecer de una manera inimaginable, es una experiencia poderosa y abrumadora. Al principio de la película todavía es un hombre joven, es decir, aún no ha consumado su primer amor y sigue luchando por encontrarse entre gente a la que no pertenece. Así que el viaje es enorme, ir de ese punto A al B no se parece en nada en lo que haya trabajado. Rodamos la mayoría de forma lineal, lo que ayudó mucho", desvela el actor del que sea, probablemente, su papel más exigente hasta la fecha.

Hay mucho también de coming of age, de tránsito a la madurez, en este viaje del héroe (o antihéroe) al que le acompaña en esta segunda entrega Chani, el personaje que interpreta Zendaya, la actriz conocida por la serie Euphoria. Una guerrera Fremen leal, pragmática, recelosa, que no se fía de las teorías místicas ni de los superpoderes de nadie, y trata de tú a tú al chico que otros ven como el elegido, el Mesías. "Creo que la parte más difícil fue descubrir cómo interpretar a una guerrera enamorada. No creo que sea algo que ella sepa, que alguna vez pensara que formaría parte de su vida o que fuera una prioridad. Y creo que le afecta bastante. Además es con la persona menos probable. Es como, ¿él, tiene que ser él? Y hay un rechazo real, ansiedad y miedo en torno a él y lo que él representa para ella. Así que creo que lo más complicado fue tratar de hacer que pareciera real y honesto, y cómo bajar la guardia y abrirse a alguien como él", cuenta la actriz de la evolución de su personaje, uno de los mejores de la cinta junto al de Rebecca Ferguson, la misteriosa madre y médium de Paul Atreides.

En lo cinematográfico, la Dune de Villeneuve simplifica y amplifica todo el imaginario de una de las obras sagradas de la ciencia ficción, un relato denso y enrevesado, que se podría definir como un ‘blockbuster de autor’ capaz de combinar la épica y la espectacularidad de la acción con una dimensión política inabarcable que resuena en nuestros días. Los libros de Frank Herbert ya eran un estudio de las huellas del colonialismo, de la avaricia explotadora, del medio ambiente y del fanatismo religioso. En esta adaptación los ecos con la actualidad están aún más presentes. "Por desgracia, el mundo no ha mejorado. Cuando Frank Herbert escribió esta historia en los años 60, se estaba inspirando en las principales corrientes del siglo pasado sobre el impacto del colonialismo, la explotación de los recursos naturales, el peligro de que la religión se acercara demasiado al poder. Él se inspiró en esas ideas y luego las proyectó en el futuro y, lamentablemente, hoy nos estamos acercando a lo que fue su visión. Creo que el libro es más relevante ahora de lo que fue en ese momento. Realmente Frank Herbert fue un profeta cuando escribió el libro", responde Denis Villeneuve.

Y su profeta en la pantalla, el reconvertido Paul Atreides de Timothée Chalamet, va más allá. "Si Frank Herbert estuviera aquí hoy, diría, ustedes no han aprendido nada de mis escritos, las advertencias ecológicas, las advertencias ambientales, los peligros políticos del fanatismo y la advertencia principal del libro es tener cuidado de no unirse en torno a figuras carismáticas, que ahora vemos muy presentes en el mundo. Parece que pasó mucho hace diez años, y en cierto modo se hundió. Ahora parece que va a volver. Así que sí, es algo de lo que hay que tener cuidado como comunidad global", avisa el joven actor en velada referencia al regreso al poder de Donald Trump. "Están los temas de la codicia, de la corrupción del poder, de la explotación de los recursos a expensas de los seres humanos. Todos se sienten de verdad y muy relevantes y un poco aterradores porque es algo que fue relevante en los años 60 cuando lo escribió, es relevante hoy en día y creo que lo será dentro de miles de años. Así que es como, ¿cuándo vamos a arreglar nuestros problemas, en serio?", urge su compañera de reparto, Zendaya, golpeando sus manos.

Todos esos temas están presentes en esta segunda entrega. El exterminio de los pueblos, la resistencia, el expolio de recursos naturales, las maniobras del poder, el conflicto de clase, la ambición, la traición la venganza, pero sobre todo es la religión y la necesidad de creer lo que hace avanzar un relato psicotrópico, onírico y fantasmagórico obsesionado con encontrar a un Dios terrenal, a un líder, a un Mesías. Ese deseo lo encarna especialmente el personaje de Javier Bardem, un rebelde Fremen ansioso por salvar a su pueblo, y lo combate una buena nómina de villanos. Por un lado los Harkonnen, encabezados por Dave Bautista y el irreconocible barón de Stellan Skarsgård tras seis horas de maquillaje y prótesis y pocas palabras. "En las películas de acción estadounidenses y las películas palomiteras de entretenimiento hay un héroe definido y también un villano absolutamente claro. Y no es como en el mundo real, donde todo el mundo es gris. Y, por lo general, en esas películas el villano es más interesante, pero en las películas más independientes o en esta película o en el cine europeo, es más confuso. Es más como en la vida real, las personas son buenas y malas. Y creo que tenemos que darnos cuenta de que las personas son buenas y malas", defiende el veterano actor sueco.

A ellos se suma otro de los chicos de moda en Hollywood, Austin Butler, el actor que interpretó a Elvis en la película de Baz Luhrmann, como un despiadado gladiador con sed de sangre. "Quería formar parte de Dune porque la primera es una obra maestra. La había visto muchas veces antes, si había una posibilidad para mí, quería ser parte en cualquier aspecto, pero luego poder interpretar a un personaje como Fey, que es tan diferente a todo lo que había hecho, era el tipo de desafío que estaba buscando en ese momento", dice de un villano aterrador que se roba los grandes momentos de la película "¿Cómo fue verme por primera vez? Fue increíble, cuando te miras al espejo y no te ves a ti mismo te permite simplemente perderte en ese mundo y ser libre", añade. También crece el número de personajes en la casa del emperador de Christopher Walken con el fichaje de Florence Pugh, la actriz británica protagonista de títulos como Midsommar y No te preocupes querida.

"Estaba en una situación muy especial y única, al igual que Austin, pudimos ver lo que pasó en el mundo cuando se estrenó Dune, la gente se obsesionó y se enamoró, se volvió loca con lo que fue la primera parte. Y ahora tengo que estar en la segunda. Así que siento que tuve que experimentarlo como fan y también como actriz, lo cual es una locura", dice la actriz que da vida a la princesa Irulan, la hija del emperador, uno de los personajes llamados a ser clave en la presumible tercera entrega. "Es muy diferente a los otros personajes que he interpretado en mi carrera. Es muy calculadora y aun así comedida. Es muy inteligente, y es alguien con quien no estás muy seguro de lo que piensa cuando lo piensa, pero actúa como tal. Supongo que a medida que el público se entera de lo que pasa, ella al mismo tiempo encuentra y transmite esa información. Así que va unos pasos por detrás del resto de estos chicos. Pero ha sido un desafío interesante descubrirla y encontrarla en esa tesitura", analiza.

La paleta ocre de la fotografía de Greig Fraser y la atronadora música de Hans Zimmer envuelven esta obra deslumbrante en forma y fondo que, sin embargo, cojea por un guion un tanto farragoso y poco orgánico en el desarrollo de sus personajes. Denis Villeneuve orquesta, no obstante, un monumental viaje donde el espectador toca la arena del desierto, siente el temblor de esos gusanos gigantes y acompaña a los protagonistas en su misión. "Fue fundamental para mí rodar en localizaciones reales porque quería ese realismo. Quería que el público sintiera familiariadad con la naturaleza, con el entorno, quería que sintieran Arrakis real. Y nos aseguramos de encontrar localizaciones que fueran impresionantes, cinematográficas y que aún transmitieran la sensación de ser algo tangible, que respete la percepción de nuestra propia realidad, era muy importante para que la historia encontrara todo su poder", defiende el director de esa apasionante aventura física y mística.

José M. Romero

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