El movimiento antivacunas se deja notar en distintos ámbitos, entre ellos el de las redes sociales donde exhiben un argumentario que da la espalda a la evidencia científica. Comenzó sobre la base de un estudio publicado por la revista médica «The Lancet», cuya conclusión era errónea. Realizado por Andrew Wakefield, cuya licencia como médico está revocada, sugería que la vacuna triple vírica, que protege contra el sarampión, la rubéola y las paperas, estaba asociada a los trastornos del desarrollo (autismo en particular) en niños. Más tarde, la propia publicación reconoció que no debía haberse publicado ya que contenía errores y era poco concreto. La pandemia de COVID ha posibilitado una visibilidad importante al movimiento ya que le ha permitido posicionarse contrario a las vacunas desarrolladas por las distintas farmacéuticas. Precisamente esas vacunas han permitido el control de la expansión del virus SARS-CoV-2. Como reacción a los negacionistas, ha aflorado toda una serie de divulgadores científicos que, en distintas plataformas, ha comenzado a dar a conocer a la población distintos aspectos basados en la evidencia científica y que afectan a nuestro día a día. En las redes se pueden encontrar numerosos usuarios y comentarios de los antivacunas. «Ei, Guille, payaso, soy un padre antivacunas, no desde sus 0 años, soy extremista fundamentalista antiCacunas después de ver lo que los adyuvantes de mierda, el aluminio de mierda, polisorbatos varios, etc... afectaran al sistema respiratorio y neurológico de mi hijo», escribe uno de ellos. Se dirige específicamente al farmacéutico y divulgador @Farmaenfurecida, que no ha dejado pasar la oportunidad de responderle. A través de un pantallazo, muestra la respuesta directa que le ha dado. «Bien, no soy tu hijo», ha contestado en referencia irónica a que si no vacuna a su hijo corre el riesgo de que no esté bien al quedar expuesto a numerosas enfermedades. Posteriormente, ha tuiteado el pantallazo con su respuesta al que ha añadido el comentario, también irónico: «Otro cliente satisfecho». Las respuestas de los usuarios de Twitter han sido unánimes en el aplauso. «Ay ay, qué rapidez mental, me encanta», ha escrito uno. «Respuesta impecable. Bravo», dice otro. «Qué vergüenza que los padres antivacunas no entiendan que tienen deberes con sus hijos, uno de los deberes es propiciar íntegramente la salud de los menores, lástima me da que no entiendan los padres, y que nos exponemos los profesionales a ser insultados al luchar por derechos», escribe otro de los usuarios. Y otro de los usuarios ha sido así de expresivo: «La bofetada se ha acusado en los sismógrafos del Nepal».