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No, no siempre es bisiesto cada cuatro años: nos hemos saltado algunos de ellos y seguiremos haciéndolo por un buen motivo

El año 2100 debería ser bisiesto, pero no lo será por una buena razón

El planeta Tierra desde el espacio. / ARTUR PLAWGO / SCIENCE PHOTO LIB

Madrid

Desde que éramos pequeños nos enseñaron que la Tierra necesita 365 días para completar una vuelta al Sol. Pero esta respuesta no es del todo precisa, ya que tarda un poquito más. Concretamente 365,242190 días o, lo que es lo mismo, 365 días, 5 horas, 48 minutos y 56 segundos. Con el objetivo de evitar un desfase entre el año calendario y el año sideral, que cada año que pasa se hace más y más grande como consecuencia de este redondeo tan característico, el calendario gregoriano acordó sumarle un día más al mes de febrero cada cuatro años. Sin embargo, esta decisión no acaba con el desfase por completo.

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A pesar de que sí que nos permite reducirlo considerablemente, todavía quedan 44 minutos en el aire que siguen sumándose año tras año, lo que provoca un nuevo desajuste temporal. Después de que los astrónomos descubrieran que el Sol necesitaba 365,242190 días en pasar por el punto Aries de un año para otro, estos trataron de dar con una fórmula matemática que pudiera hacer frente a este desfase sobre el que te hablamos ahora. Y lo cierto es que encontraron una solución de lo más práctica para que nuestro calendario no termine volviéndose completamente loco.

La fórmula de la vuelta al Sol

Después de sumar los 365 días de un año natural con el resultado de la fracción de 97/400, los científicos se quedaron muy cerca de esos 365,242190 días que necesita realmente la Tierra para dar la vuelta completa al Sol. De ahí que decidieran reducir el número de años bisiestos de 100 a 97 cada 400 años para alcanzar los 365,2425 días que establece dicha fórmula. ¿Y qué supone esto? Que no siempre será año bisiesto cada cuatro años. La regla establece que si el año es divisible por 100, pero no por 400, se omite el año bisiesto.

Una fórmula bastante curiosa que resulta muy útil para mantener este balance entre el año gregoriano y el año sideral, ya que nos permite prescindir de tres años a priori bisiestos cada 400 años para que se cumpla la regla. A pesar de que el año 2000 sí que fue bisiesto, ya que es divisible tanto por 100 como por 400, los años 1700, 1800 y 1900 no lo fueron al cumplir dicha regla. De hecho, la próxima vez que nos saltaremos un año bisiesto será en el 2100, pues es un número divisible por 100, pero no por 400.

¿Por qué es tan importante el año bisiesto?

Gracias estos 97 años bisiestos cada 400 años, nuestro año calendario siempre coincidirá con el año sideral de la Tierra y, por lo tanto, las estaciones siempre se mantendrán en su espacio natural. La primavera entre marzo y junio, el verano entre junio y septiembre, el otoño entre septiembre y diciembre, y el invierno entre diciembre y marzo.

Con el objetivo de demostrar por qué tenemos años bisiestos, el científico de la NASA James O'Donoghue publicaba hace ya varios años un vídeo en su cuenta de YouTube mediante el que muestra, de una forma gráfica y sencilla, cómo se produce este desfase temporal y, sobre todo, cómo se combate. Cada año que pasa, contando desde 2020, hemos ido perdiendo 0,24 días (unas seis horas) respecto al calendario gregoriano. Un tiempo que recuperamos ahora gracias a este 29 de febrero tan especial que nos permite recuperar el tiempo perdido.

David Justo

(Astrabudua, 1991) Periodista especializado en...