"Yo no compartía todas las ideas de Navalni, pero no soporto el abuso"

Tatiana tiene setenta años y no compartía las ideas de Alexei Navalni, pero tenía claro que este viernes tenía que salir a homenajear al disidente político. "Había mucha gente como yo. Hablaba con la gente y no todos apoyaban a Navalni, pero había algo en él: su valentía personal. A mí me atraía mucho que estuviera listo a pagar un precio por su postura política y eso es tan raro. Eso supera a cualquier divergencia", explica Tatiana.

Ella tiene setenta años y su presencia llamó la atención de dos chicas jóvenes que iban delante de ella. Se alegraron de que "gente mayor" estuviera allí. A ella, le ocurrió lo contrario: se alegró de que tanta gente joven saliera. Las imágenes son impactantes y ella entiende que se le pregunte por el miedo: "No es una cuestión de miedo. No aguanto ver el abuso y vivimos en un abuso de fuerza permanente, en un estado que te está abusando, que no te deja expresarte. Eso no es miedo, eso es irritación".

Tatiana atiende la llamada cuando ha vuelto a tener conexión en el móvil, cuando ha llegado a casa, después de cinco horas en la calle. No ha podido ver el féretro, ni a la comitiva, ni a la familia; solamente ha sido una más de las miles de personas que han salido a la calle con flores en mano. Era una marea humana. "Para que te hagas una idea, llegué una hora antes de que empezara la ceremonia y tuve que caminar más de dos kilómetros para buscar el fin de la cola. Y venía más gente", recuerda esta jubilada moscovita.

Pide que no facilitemos su apellido, no quiere dar más datos personales. Aunque no ha habido cargas policiales, ni detenciones masivas, reconoce que ha habido una evidente intimidación. Está convencida de que si no ha habido una gran represión es porque "saben que la gente estaba indignada" y se ha querido evitar "un disturbio de masas a escala".

Tatiana no se atreve a dar una respuesta sobre qué futuro le espera a Rusia, porque dice que en el siglo XX fueron capaces de dar vuelcos históricos de un día para otro. Primero, con la Revolución y, después, con la Perestroika. Mientras tanto, hoy está satisfecha porque no se ha sentido sola.

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