Fallas
"Para los romanos una fácula era una antorcha. Y sabiéndolo, ya nos parece más lógico nombrar la fiesta del fuego con el nombre de aquel artilugio"

Madrid
Venir a Valencia en tiempo de Fallas y no hablar de esta palabra sería una falla que no nos podríamos perdonar. Ambos términos son homógrafos, pero son palabras distintas. Las dos nos llegaron del latín. La que se refiere a un defecto o a una fractura de la corteza terrestre llegó intacta desde Roma. La que usaron los valencianos para denominar su fiesta sufrió una transformación que la hace irreconocible respecto a su palabra madre: fácula.
Para los romanos una fácula era una antorcha. Y sabiéndolo, ya nos parece más lógico nombrar la fiesta del fuego con el nombre de aquel artilugio. Eso sí, como todos los hablantes de lenguas romances, el valenciano creador del término fue a su bola y aquella fácula pasó, posiblemente, a facla hasta llegar finalmente falla. La palabra original, fácula, la encontramos aún en el diccionario para nombrar una antorcha celeste: cada una de las zonas más brillantes del disco del sol. Y también llegó al diccionario, hace poco más de un siglo, en 1914, la palabra que nombra la fiesta. Quizás por influencia de un académico valenciano, o quizás propuesta por otro temeroso que no quiso acabar siendo un ninot.





