Rosa Montero regresa a sus textos: "Me interesa mirar a las zonas de sombra. Ahí está la vida desnuda, sin aceites"
Aimar Bretos entrevista a la periodista y escritora, que publica 'Cuentos verdaderos' (Alfaguara)
Las entrevistas de Aimar | Rosa Montero
Madrid
Rosa Montero ha decidido revisitar sus textos. Es una tarea interesante, pero de la que el escritor puede salir zaherido porque quizá el estilo era diferente, o sus ideas sobre el mundo. La periodista publica 'Cuentos verdaderos' (Alfaguara) que básicamente es una recopilación de las crónicas y reportajes que escribió en 'El País' entre 1978 y 1988. Entre 35 y 45 años. "Ha pasado una vida desde entonces", recuerda Montero en los estudios de la Cadena SER, con Aimar Bretos.
Las entrevistas de Aimar | Rosa Montero
Montero sitúa al lector que no vivió aquella época en una cruda realidad. "La plena escolarización (hasta los catorce años) sólo se alcanzó a mediados de los ochenta; el divorcio se legalizó en 1981, y la primera y alicorta ley de despenalización del aborto se promulgó en 1985", escribe. "Hoy hablamos de trabajos de mierda, pero en la época era una cosa terrible", explica la escritora. "Hubo un momento en el que el 80% de mis amigos se pasaron a la heroína, yo no me pasé, y me pareció burgués. Drogarse entonces era un acto revolucionario. Todos se murieron", reflexiona.
"Me interesa mucho mirar a esa zona de sombra que empieza en las fronteras de la vida convencional. Ahí está la vida desnuda, sin aceites. Es el fondo del corazón humano palpitando", argumenta Montero. Sus artículos, añade, tienen ahora mucho de eso. Mirar hacia donde nadie mira.
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"Había mucha militancia en ese periodismo de los ochenta. En la democratización de esta sociedad tuvo un papel fundamental la prensa. Sabías entonces que lo que hacías podía tener un efecto", cuenta Montero. Uno de sus artículos básicos es sobre los abogados de Atocha, que fueron asesinados a tiros por varios pistoleros de extrema derecha. "Se metieron en Comisiones Obreras a hacer vidas de monjes. No tenían vida personal, cobraban una miseria. En el 77 se empezaron a plantear si podían seguir llevando esa vida. Ahí justo, los mataron", explica.
"El esfuerzo de documentación para dar la carne a lo que rodea a la noticia es brutal. Ahora ya no se hace porque estamos bajo mínimos en los medios. No hay tiempo para hacer esto, pero compensa totalmente. ¿Qué es la narración? Conseguir que el lector se convierta en un testigo. Es la técnica que apliqué en estos reportajes", señala Montero.
El arrojo periodístico de Montero se vio reflejado en un artículo sobre la cárcel de Herrera de La Mancha, un lugar en el que concentraban a los presos de "comportamiento peligroso". Las fuentes de la periodista no querían salir en el artículo, pero se acabó publicando. La llevaron a juicio a ella y al director del periódico, pero no reveló nada basándose en la protección constitucional de la libertad de prensa. "Fue la primera vez que se condenó a alguien por torturas", relata.
Rosa Montero vivió también el 23-F en la redacción. "Me pasé la noche en blanco, como todos. A las 9 o así me llamaron para que relevara a los otros. No había dormido nada. Nada más llegar, me sentaron en una mesa para hacer una reconstrucción con todo lo que me iba llegando. A medida que iba acabando una hoja, la arrancaban y se la llevaban a talleres para una edición especial. Ahora ya no sería capaz. Y sin dormir", comenta entre risas.