La confesión del escritor Víctor del Árbol sobre cuando era un mal estudiante y le decían que acabaría siendo "un delincuente"
El autor ha compartido con el equipo de La Ventana cómo la convicción de que algún día se dedicaría a su pasión le ayudó a soportar los momentos más difíciles
La confesión del escritor Víctor del Árbol sobre cuando era un mal estudiante y le decían que acabaría siendo "un delincuente"
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Este jueves hemos celebrado en La Ventana el Día Internacional de la Poesía. Porque esta manera de expresarse es un ejemplo de cómo alguna cosa universal es, precisamente, la que para cada persona significa algo diferente: "contemplar las olas rozando las piedras, sentir el mar, estar a solas en un lugar que quieres, ver cómo pasan los años". Francino ha enumerado unas cuantas de esas posibles definiciones, pero como al final la poesía es también, y sobre todo, escuchar al otro, ha dado la bienvenida a un invitado muy especial para que contara lo que para él es la poesía.
Así, desde el estudio hoy hemos conversado con un escritor muy reconocido por sus novelas, sobre todo en el género de misterio, que, tras muchos años escribiendo también versos en la intimidad, ha decidido dar el paso de cara a publicar su primer libro de poemas, 'Mientras el mundo dice que no'. Al principio, fue seminarista durante 5 años, luego escolta de Jordi Pujol, y de ahí dio el salto a la literatura con un éxito que le ha conducido a obtener el Premio Nadal o a ser nombrado Caballero de las Artes y las Letras en Francia. Nuestro invitado ha sido Víctor del Árbol.
'El hijo del padre', de Víctor del Árbol: ¿podemos escapar de lo que somos?
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"Ha sido como me gusta hacerlo todo en la vida: un salto al vacío y a ver qué pasa", ha explicado el escritor al describir cómo se sentía al estrenar su faceta poética. "Una de las cosas más bonitas de esta profesión es que con los años te mata el ego", ha asegurado. "Dejas de preocuparte por lo que piensan los demás. Poco a poco vas perdiendo la vergüenza a sentirte juzgado y te dejas ir un poquito más".
"Nadie me hacía caso"
De este modo, tras muchos años en el oficio ha decidido compartir un registro en el que, "como todos los 'juntaletras'", empezó desde bien pequeño. "En el libro hay poemas que escribí con 16 o 17 años, por supuesto corregidos, y hay otros más recientes", ha indicado. No en vano, los ha dividido "entre la etapa de infancia y la adolescencia y la etapa de adulto ya caminando hacia la vejez". Este viaje al pasado, pese a reconocerse como una persona poco melancólica, le inspiró también para componer nuevos versos, como los del poema 'Ternura'.
Pero ora en el pasado, ora en el presente, lo cierto es que la poesía, para él, sigue siendo la misma: "La destilación de esa relación íntima entre la palabra y el sentimiento". Algo tan delicado que "no se lee al peso", sino "desde dentro". Para ejemplificarlo, ha recordado cómo "un poema que tiene seis estrofas te puede durar toda una vida, te acompaña siempre y no obstante te va diciendo cosas distintas. No se mide en función de las páginas sino en función de lo que te provoca".
Una sensación mágica de la que Víctor del Árbol quiso ser partícipe desde la escuela y que le ha dado fuerzas para mirar siempre hacia adelante, incluso cuando las cosas parecían complicarse. "Tenía 22 añitos y había enviado un libro a varias editoriales, pero nadie me hacía caso. Ahí escribí poemas como una manera de recordarme a mí mismo toda esa época en la que yo era un mal estudiante y me decían 'tú, del Árbol, vas a acabar siendo un delincuente' y yo pensaba 'no, yo seré escritor'.