La ortografía

Barcelona

El Ministerio de Educación ha anunciado que las faltas de ortografía rebajarán un diez por ciento las notas de los ejercicios en la nueva Selectividad. Dan ganas de poner Selectividad con b. Pero no por deslealtad a la ortografía, ni al Ministerio, sino por la semántica. No sé de qué manera se asocian las palabras en el cerebro. En este caso, como hablaban de ejercicios, me han dado ganas de hacer gimnasia. Antes, en vez de hacer ejercicios, se hacían exámenes. También los llamaron pruebas, como las explosiones de Oppenheimer. No paramos de abolir las palabras, de cambiar unas palabras por otras, para dejar al final la cosa igual que estaba. Siempre se cita a Lampedusa cuando se cambia todo para que nada cambie. La vida del escritor es muy dura. Lampedusa se mata escribiendo una novela, y se hace tan famosa una sola frase que ya no hay necesidad de leer el resto del libro. Podría ser peor. De todo Marcel Proust, solo nos queda la magdalena, como en El código Da Vinci. Que mi admirada Lourdes Lancho me perdone; pero, cuando va a los fascinantes desayunos, los domingos, siempre me pregunto por qué salen tan pocas magdalenas. Son mi pastel preferido. Esto es por influencia del barroco, pues nunca ha habido tanta proliferación de Magdalenas como en la pintura barroca. No hay ortografía sin dictadura. Magdalena, por ejemplo, era una palabra que salía mucho en los dictados. También salían kiosco, para recordar el uso de la letra k, y jengibre, para poner a los niños y a las niñas en un apuro. Saber ortografía es la manifestación de que se ha aceptado el pacto con las palabras. Ahora, ya nadie pacta con ellas, y siempre se traiciona lo que se dice. Creemos que nos libramos de los dictados, y no vemos venir las dictaduras. Por eso es tan importante la ortografía.