¿Cuál es el delito ambiental más denunciado?
Los fiscales Félix Martín y Fernando Germán Benítez revelan el impacto de las denuncias ciudadanas en ámbitos como el medioambiente

A small business owner checking up on his crops using a digital tablet. He is standing in a vegetable garden/farmers market. / Peter Berglund

La justicia interviene en casos como homicidio, robo, violencia contra la mujer, corrupción y agresión sexual. Sin embargo, en los últimos tiempos, es común ver a jueces y fiscales involucrados en otros ámbitos, como el medioambiente. Por ejemplo, en medio de la grave sequía en una parte de España, la justicia investiga una presunta red de extracciones ilegales de agua en Málaga. Esto plantea preguntas sobre la protección del medio ambiente desde el derecho penal, su eficacia, la cantidad de denuncias y las penas correspondientes.
¿Por qué se decidieron castigar los delitos medio ambientales?
El castigo de los delitos ambientales se puso en marcha debido al desarrollo industrial después de la Segunda Guerra Mundial, generalmente contaminante, y la influencia de la opinión pública en las políticas. Tres eventos internacionales provocaron una conmoción pública mundial, llevando a la creación de delitos ecológicos en la mayoría de los países:
- El desastre de Bophal en 1984 en India, con 25.000 muertos por una fuga de isocianato de metilo.
- El accidente nuclear de Chernóbil en Ucrania en 1986.
- Derrames de petróleo por accidentes de barcos o plataformas petrolíferas.
Fernando Germán Benítez Pérez-Fajardo, fiscal especializado en medio ambiente en la fiscalía de Málaga, señala que actualmente se toman muchas acciones debido a las denuncias que particulares presentan a través del Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA). Los temas más reportados a día de hoy son el maltrato animal y el medioambiente. Lo segundo se debe a que ha habido un significativo aumento en la conciencia medioambiental tanto en los tribunales como en la sociedad y se espera que llegue un día con menos delitos ambientales.




