Cómo gestionar las expectativas
Raquel Mascaraque, periodista especializada en psicología emocional, desvela como manejarlas y ceñirse a lo que importa
Cómo gestionar las expectativas
En cualquier tipo de relación, ya sea de amistad, laboral o amorosa, la gestión de las expectativas se convierte en un elemento clave. Según la web de Psicología y Mente, las expectativas son pensamientos, a menudo acompañados de imágenes, sobre cómo se cree que terminará algo en el futuro. Es la creencia de que las cosas sucederán como se espera, lo que genera seguridad y calma.
¿Son buenas o malas?
Las expectativas no son ni buenas ni malas, se pueden considerar altas o bajas dependiendo de lo convencido que se esté de que algo sucederá. Por ejemplo, si se anhela con fuerza que algo ocurra, las expectativas serán altas, ya que realmente se desea que suceda. Si después no sucede, la decepción será mayor.
A veces, las expectativas no están determinadas por los propios deseos, sino por valores y deseos del entorno. Por ejemplo, si se ama el arte pero se termina en un trabajo de oficina debido a las expectativas de la familia sobre el éxito. Por eso es importante preguntarse siempre: "¿Es esta expectativa realmente mía?"
¿Para qué sirven?
Cuando se gestionan adecuadamente, las expectativas pueden ser muy útiles para ayudar a alcanzar las metas. Cuando se tienen expectativas altas, se trabaja más para que las cosas sucedan como uno desea, ilusionan y motivan. Por el contrario, tener expectativas bajas es una forma de minimizar la posibilidad de decepciones, lo cual es comprensible, ya que a nadie le gusta salir herido emocionalmente. Pero refugiarse constantemente en expectativas mínimas para no sufrir tampoco es lo ideal.
¿Cómo regularlas?
La revista "La mente es maravillosa" propone tres mecanismos básicos para regular las expectativas, desactivar ciertas ideas en la mente, como por ejemplo que:
- La vida tiene que ser justa.
- Debo gustar a todos.
- Las personas cercanas deben comportarse siempre como se espera.
- Los seres queridos deben estar siempre de acuerdo.
- Hay que alcanzar todo lo que se propone.
Es fundamental mantener expectativas realistas, tener claro que se poseen los recursos necesarios para alcanzar lo deseado. Por ejemplo, no es realista tener expectativas muy elevadas sobre conseguir un empleo que requiere habilidades en inglés si no se poseen dichas habilidades. Aunque también es importante comprender que aunque se tengan los recursos necesarios, a veces las cosas no salen como se planean, pero la probabilidad de éxito es mayor si no se depende únicamente de factores externos.
Si se tenían altas expectativas de que la pareja sorprendiera con un viaje a París, pero en lugar de ello se lleva a otro destino, como Cuenca, es necesario reflexionar sobre si la importancia radicaba en el lugar en sí o en el hecho de compartir tiempo juntos fuera de la rutina. En el ámbito laboral, al presentar una propuesta a un cliente, siempre es beneficioso regular las expectativas sobre lo que encontrarán en la próxima hora. Esto facilitará una mejor recepción de la propuesta.