Antonio Iturbe: "Quiero creer que lo que se hizo en la República, aunque viniera la guillotina del franquismo, fue una siembra"
El autor regresa con 'Música en la oscuridad', una novela que trascurre en la Segunda República y que tiene la música como hilo conductor
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La idea de esta novela, Música en la oscuridad, nace de algo básico, hacerse preguntas. Dice su autor, Antonio Iturbe que así funciona su escritura. Hay algo que ronda su cabeza y empieza a indagar en ello, a cuestionarse y a preguntar a los demás. En este caso, el que atañe a su nueva novela, de nuevo publicada por Seix Barral, adentraba además una pregunta íntima y familiar.“El asombro es el motor de todas las cosas. Primeramente empezó en mi cabeza esa idea de cómo era posible que mi abuelo hubiera aprendido a tocar el saxofón siendo un agricultor sin estudios. Fue porque entró en la banda municipal”, cuenta el autor en una entrevista en la Cadena SER. Su abuelo, como otros obreros y campesinos tuvieron en las bandas municipales de la Segunda República un lugar donde aprender y culturizarse. “Esos agricultores, que lo que hacían después de ir a trabajar era encerrarse en la taberna, de repente llegaron a entrar en una disciplina de ensayos y aprendieron música”.
Ha regresado, gracias a la literatura, a lugar donde nacieron sus abuelos y sus padres, Casetas, un barrio humilde de Zaragoza. Sus padres emigraron a Barcelona cuando él tenía seis meses, pero hay algo de aquel Aragón que se ha quedado en él y que ahora lo expone en una novela que recrea el habla de una época y de un lugar. “Es una de las cosas que yo quise preservar: esa forma de hablar. Es verdad que en lenguaje escrito, puede chirriar, pero me planteé que no tenía mucho sentido que los personajes en un barrio rural de Zaragoza en 1930, gente con poca formación, hablaran como Pedro Piqueras en el informativo de de televisión. Tenían que hablar así, porque es como me hablaba mi abuelo. Hubiera sido una impostura”, insiste el autor que reflexiona también sobre una cierta estandarización de la literatura en español, que ha ido perdiendo localismos y acentos. “Creo que ha habido una estandarización del lenguaje. Ha sido como un rastrillo, con el que se han se han limado las aristas. Es importante recuperar ese lenguaje. La literatura muestra a la gente como son, no como quisiéramos que fueran”.
Música en la oscuridad cuenta la historia de sus abuelos, pero aquí son personajes secundarios. El protagonista es un músico que dio clase a su abuelo. Estamos en el invierno de 1930, cuando llegan al barrio rural de Casetas, Joaquina y Mariano. Ella es ama de casa, como muchas mujeres en la época. Él es músico y sastre. Ha sido contratado para hacerse cargo de la banda municipal de esa localidad de gente trabajadora, mayormente agricultores sin formación. El alcalde, monárquico y de orden, le exige que acaben tocando en un certamen y Mariano se pone manos a la obra a enseñar a esos muchachos que no leen partituras, cuyos dedos deformados han de acostumbrarse a los instrumentos y su ritmo comenzar a formarse. “La música tiene algo realmente muy poderoso. Eso me llevó a pensar de qué está hecha la música. Porque la música no se puede tocar, no se puede ver, no se puede oler, no tiene materia y sin embargo nos transforma. Ese es un hilo importante en la novela”.
Antonio Iturbe propone con este argumento sumergirnos en un pueblo aragonés en los albores de la Segunda República, para llevarnos por un recorrido político, sentimental y artístico de las gentes en aquellos años... En Música en la oscuridad está todo: el analfabetismo, el lío político en la dictadura de Primo de Rivera, el descontento con la monarquía, el hambre y la desigualdad, el problema de la tierra, a quién pertenece, se preguntan algunos personajes del libro, el derecho a voto. “En esos años 30, es el momento en que llega la la Segunda República a España. Era un país todavía muy atrasado, muy caciquil, con mucha tierra en pocas manos. Y esas ideas de la República de modernizar España calan. Una idea muy importante de la República es ese Pan y Escuela. La educación como motor de regeneración y la cultura también. Ese García Lorca que se sube a un carromato y va llevando el teatro por los pueblitos de España. Y la música también es importante. Esas bandas de música que van emergiendo y que aporta algo nuevo a las personas humildes. Ahí está esa dualidad entre esa España atrasada y la España que encuentra en la cultura una forma de renovarse”
Itrube incluye una gran muestra de personajes femeninos que se salen de los arquetipos tradicionales. Entre ellos, el personaje de una mujer a la que llaman la bruja, que conecta con esas mujeres curanderas que nos ha retratado Irene Solà. “Estos personajes, estas curanderas, estas brujas, realmente hacían una labor extraordinaria porque no había médicos para todos los pueblos, no llegaban a todas partes, ni había dinero en los bolsillos para pagarlos. Ellas curaban con hierbas”. También con tantas mujeres perseguidas por su modo de vida alternativo, que presagia la guerra que manchará todo. “Había una curandera en esa época. Yo la imagino a mi manera, pienso que le llaman la bruja, que también ejemplifica lo que es el choque entre ese músico socialista racionalista, con esa idea de educación que está en contra de la España supersticiosa, y esa bruja que representa la superstición, la creencia en otra cosa. Hay un choque, pero también hay cierta atracción”.
Debates que la República consiguió ir abriendo en un país atrasado democrática, intelectual y científicamente hablando. La música es el hijo conductor, lo que une a los campesinos del pueblo y lo que permite que entendamos cómo es la vida. El autor, al igual que hizo en su novela La bibliotecaria de Auschwitz, tiene un don especial para rescatar del olvido un episodio real poco conocido de nuestro pasado reciente y escribir una novela conmovedora de superación en tiempos de guerra.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...