Irán intensifica su represión contra los disidentes
La investigadora de Amnistía Internacional Raha Bahreini alerta de una nueva ola de violencia del régimen contra mujeres y opositores aprovechando la distracción informativa
Eurovisión de polémica
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Con toda la atención internacional puesta en la guerra de Israel en Gaza, las tensiones de los últimos meses entre Irán e Israel a cuenta del conflicto bélico han distraído del foco la situación de los derechos humanos en el país. Unos derechos humanos que siguen siendo violados constantemente por parte de las autoridades iraníes.
Disidentes y manifestantes sufren una nueva ola de represión que está pasando desapercibida, lo que el Gobierno aprovecha para intensificar su dureza, según la investigadora de Amnistía Internacional Raha Bahreini, por ejemplo, contra mujeres y niñas en el uso del velo. “También ha habido un aumento de ejecuciones, especialmente durante el último año y el primer trimestre de este año, que no ha recibido la atención necesaria cuando han muerto cientos de personas”, añade.
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Buena cuenta de esa represión da Taghi Rahmani, esposo de la premio Nobel de la Paz 2023, Narges Mohammadi, encarcelada por su oposición a la pena de muerte y su lucha por los derechos de las mujeres en Irán. Desde la cárcel ha seguido alzando la voz, pese a los intentos de las autoridades por silenciarla. “Junto con otras docenas de mujeres activistas en el ala de mujeres de la cárcel, han logrado alzar la voz y simbolizan la resistencia”, celebra Bahreini.
Ella es la cara visible del movimiento ‘Mujer, Vida y Libertad’ que, desde la sublevación de septiembre de 2022, ha sufrido las crecientes medidas de represión de las autoridades. La investigadora asegura que “ha habido un aumento del uso de la pena de muerte como arma de represión política y se han impuesto medidas draconianas contra mujeres y niñas con el uso obligatorio del velo”. Unas medidas que van desde la prohibición a las mujeres para acceder a servicios públicos o a edificios públicos como aeropuertos, hospitales, bancos o el metro, a interrogatorios a mujeres o procesos judiciales contra ellas gracias a documentos gráficos de la inteligencia en los que se puede ver que no llevaban puesto el velo. Amnistía Internacional ha documentado además que “se les ha forzado a ir a clases de psicología o de moralidad, o que incluso se les han impuesto prácticas como lavar cadáveres o limpiar edificios públicos”.
“Como todas estas actividades no han no han logrado destrozar el espíritu de resistencia de las mujeres, ha habido una escalada en la en la represión y de hecho han llegado imágenes y montajes de policías dando palizas a mujeres, metiéndolas forzosamente en furgonetas o realizando detenciones forzosas”, añade Bahreini.
La precaria situación económica en Irán, la pobreza masiva y la inflación disparada son solo algunos de los problemas que enfrenta Irán, a los que se añade una absoluta impunidad que ha reinado en las últimas décadas frente a la represión y los crímenes y delitos cometidos por las autoridades.
El movimiento que impulsa Narges Mohammadi ha unido a los diferentes sectores de la población y aunque, según explica la investigadora, ese espíritu de resistencia ya no siempre está en la calle, sigue activo en otro tipo de manifestaciones. Sin embargo, “se respira un clima de miedo y de terror. Las autoridades han detenido a nueve personas después de las protestas. Ha habido ejecuciones. Al final, todo esto tiene un efecto escalofriante y genera una atmósfera de desesperación entre la población”, lamenta. Las autoridades han llevado a cabo más de 22.000 detenciones y se han producido “patrones masivos de tortura que han generado traumas tanto físicos como psicológicos en la población”.
Ante estos abusos, Bahreini denuncia que “la comunidad internacional ha decidido mirar hacia otro lado”, lo que ha dado fuerzas a las autoridades para seguir ejerciendo la misma presión. Amnistía Internacional y otros grupos han hecho un llamamiento a las Naciones Unidas para que investigue más sobre las violaciones de derechos humanos. Tras las protestas de 2022, se creó una misión de investigación que ha concluido con un informe de 500 páginas que documenta las ejecuciones, torturas y desapariciones forzadas. “En resumen, crímenes de lesa humanidad que ahora tienen que tener algún tipo de consecuencia. El mundo debe abrir procesos judiciales bajo el principio de jurisdicción”, insiste la investigadora.
La preocupante erosión de los derechos humanos en todo el mundo es un contexto que favorece a todas las autoridades que a nivel mundial están cometiendo violaciones contra los derechos humanos, también a Irán. “Desafortunadamente, desde 2023 este sistema de derecho ha colapsado porque no se está pudiendo pedir una rendición de cuentas a países que están cometiendo estas violaciones”, asegura Bahreini. Por ejemplo, los crímenes de guerra que está cometiendo Israel contra el Estado palestino.
Las manifestantes buscan un sistema que se aleje de la actual República de Irán. Quieren un sistema secular en el que se produzca la abolición del velo y se garanticen otra serie de derechos y libertades, como la no discriminación de las minorías kurdas. Además, reclaman justicia por los crímenes y homicidios que no se han abordado. Bahreini confía en que veamos una nueva protesta antes o después, cada vez más masivas, y que conduzcan a un cambio. Pero, ante un nivel de brutalidad y represión creciente, reclama el apoyo de los Gobiernos y la comunidad internacional para condenar las violaciones de los derechos humanos.
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