Macron decreta el estado de emergencia en Nueva Caledonia por los disturbios que han dejado cuatro muertos

El presidente francés, Emmanuel Macron, ha decidido restringir parte de las libertades de los ciudadanos de Nueva Caledonia para intentar contener las revueltas de los últimos días en ese territorio del Pacífico Sur. Macron ha suspendido su agenda en la mañana de este miércoles para dirigir una reunión de urgencia del Consejo de Defensa en la que analizar la situación de este territorio que tiene el estatus de colectividad territorial sui géneris francesa. Esto quiere decir que está en un punto intermedio entre ser un país independiente o ser considerado un territorio de Ultramar integrado en el Estado francés.

Macron ha decidido decretar el estado de emergencia por los disturbios de las últimas horas que han dejado al menos cuatro muertos, uno de ellos un gendarme, y decenas de heridos, después de lo que el gobierno insular ha decidido decretar el toque de queda. Estas revueltas son una respuesta a la decisión del Parlamento galo de dar luz verde a una nueva ley que concederá el derecho al voto a los franceses que lleven al menos 10 años viviendo allí, lo que ha despertado la furia de los independentistas.

El Consejo de Ministros de esta tarde aprobará esta tarde el estado de emergencia al tiempo que ha anunciado el refuerzo de las fuerzas de seguridad en Nueva Caledonia. Actualmente hay ya 1800 gendarmes en ese territorio a los que se van a sumar 500 más.

Estado de emergencia

Una vez declarado el estado de emergencia, el Alto Comisionado de la República obtendrá la capacidad de restringir determinadas libertades públicas e individuales, como la de circulación, podrán incrementarse los registros y se podrán cerrar temporalmente todo tipo de lugares de reunión. También facilita la instauración de toques de queda o los arrestos domiciliarios.

Toda violencia es intolerable y será objeto de una respuesta implacable para garantizar el retorno del orden republicano

—  Emmanuel Macron, presidente de Francia

Esta situación se decretó ya en Nueva Caledonia en 1985 en el marco de enfrentamientos violentos entre partidarios y detractores de la independencia, mientras que en el suelo continental francés se ordenó por última vez después de los atentados de París de noviembre de 2015.

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Tensiones internas

La lejanía con la metrópoli y el empeoramiento de las condiciones económicas han incrementado las divisiones internas entre quienes una independencia total y los que prefieren seguir bajo el amparo de Francia. Desde 1998, el gobierno regional ha ido adquiriendo competencias y se han ido celebrando distintas votaciones sobre la independencia.

Tanto en 2018 como en 2020 esos referéndums otorgaron sendas victorias a los partidarios de no ser independientes, aunque por escaso margen. Los independentistas boicotearon una nueva votación de 2021 al considerar que no debía haberse celebrado porque estaba sujeta a las circunstancias especiales de la pandemia del coronavirus. De hecho, en este último caso la abstención ascendió al 56%.

Cinco partidos de Nueva Caledonia, ninguno de ellos abiertamente independentista, han firmado un comunicado conjunto en el que piden a la población actuar con serenidad y evitar un derramamiento de sangre.