Cannes 2024 | Francis Ford Coppola: "Es aterradora esta tendencia hacia la derecha, incluso fascista, del mundo hoy"
El veterano director americano presenta su ambiciosa 'Megalópolis', el proyecto que ha soñado durante 40 años y que finalmente ha levantado con su propio dinero y al margen de Hollywood
Francis Ford Coppola (Cine, Francia). / Europa Press
Cannes
Cuando Francis Ford Coppola se presentó aquel mayo de 1979 en Cannes nadie sabía qué esperar de su descenso a los infiernos en Vietnam con Apocalypse Now. El director, que ya había ganado la Palma de Oro con La conversación y dirigido las dos primeras entregas de El Padrino, se encargó de dejar claro que su obra trascendía el propio cine. "Esto no es una película, esto no es una película sobre Vietnam, es Vietnam. Es una locura", espetó en una conferencia de prensa que años después recuperó su mujer, recientemente fallecida, en el documental Corazones en tinieblas. Más de 40 años después Coppola regresa a Cannes con otra obra faraónica que ha financiado él mismo -vendiendo parte de su patrimonio, como hizo con sus viñedos en Corazonada- y al margen de una industria que no ha querido apoyar al veterano realizador en este proyecto que ha costado 120 millones de dólares.
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"El dinero no me importa. Nunca me he preocupado por él. Una de las razones por las que tenía la línea de crédito que tenía para poder hacer esto es porque en 2008, durante la gran crisis financiera, pedí un préstamo de 20 millones de dólares para comprar una bodega y construir una bodega para que los niños pudieran hacer algo cuando sus padres bebían el vino. Construí una bodega como la de Tivoli Garden, con piscinas y juegos, porque pensé que si los niños podían ir, los abuelos irían porque querían verlos. Así que cogí el dinero de eso y puse el riesgo en la película. No tengo ningún problema financiero. Además, mis hijos sin excepción, Sophia, Roman y mi nieta Gia, tienen carreras maravillosas, no necesitan una fortuna. El dinero no importa, lo que importa son los amigos, porque un amigo nunca te dejará caer y el dinero se evapora", decía el director entre aplausos en una multitudinaria rueda de
Megalópolis, o al menos eso ha contado Coppola, siempre ha sido el proyecto de sus sueños. Una epopeya romana ambientada en la América moderna cuya idea se le ocurrió por primera vez mientras rodaba Apocalypse Now. Con ésta, una de sus obras maestras, comparte la preocupación por su país, antes por el imperialismo y la guerra, ahora por la deriva de una América en descomposición que no es capaz de imaginar un futuro mejor. "Cuando hace años dije que quería hacer una epopeya romana, pero ambientada en los Estados Unidos modernos, mucha gente dijo: bueno, ¿por qué? Y yo les dije, porque Estados Unidos se fundó sobre los ideales de la República Romana. No queríamos un rey. Roma no quería un rey. Así que inventaron una nueva forma de gobierno llamada República, con el Senado y con la ley romana y con todas las cosas que adoptamos. Incluso construimos nuestras ciudades para que se parecieran a Roma", empezaba su explicación.
La génesis del proyecto, decía el director, está en su fascinación de niño por la ciudad de Nueva York y por todos esos inventores y científicos incomprendidos que apostaban por mejorar el mundo. Esa es la profesión del protagonista, Adam Driver, llamado César Catilina, que ha inventado una arquitectura especial que nos hará mejores. Solo el hombre que adaptó de manera tan brillante El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad podía hacer una locura así, llevar La Conjuración de Catilina a un Nueva York futurista. "Por eso quería hacer una epopeya romana ambientada en la América moderna. Pero no tenía ni idea de que la política actual haría que esto fuera tan relevante. Porque lo que está sucediendo en Estados Unidos, en nuestra república y en nuestra democracia, es exactamente cómo Roma perdió su república hace miles de años. Así que es real, hay un claro paralelismo entre los Estados Unidos modernos y Roma. Nuestra política nos ha llevado al punto en el que podríamos perder nuestra república", analizaba de la parte política de esta faraónica propuesta que reflexiona sobre la descomposición de América.
El director elige ese momento concreto de la historia porque es análogo a la crisis que vivimos hoy en todo el mundo. En aquellos años, Roma vivía con la economía estancada y sus clases plebeyas y sus esclavos a punto de explotar, por la falta de transparencia y por la desigualdad y desconfianza en los gobernantes. Aunque la República fuera un régimen democrático, era una oligarquía donde la desigualdad hacía mella. En ese caos, nos dice Coppola, es donde emergen los líderes populistas. "Donald Trump no está en este momento en el cargo, pero es cierto que hay una tendencia hacia una tradición más de derechas o incluso fascista. Lo cual es aterrador para alguien que estaba vivo durante la Segunda Guerra Mundial y vio los horrores que tuvieron lugar. Y no queremos que eso se repita", respondía el director sobre la deriva actual de EEUU en año electoral y bromeaba con el actor John Voight, seguidor republicano, con que en el set de rodaje había espacio para todas las ideas políticas.
Lo que ambos comparten, dice, es la esperanza de un futuro más esperanzador para sus nietos. "El papel del artista es iluminar la vida contemporánea, ser un faro y, por lo tanto, crear arte que ilumine el arte contemporáneo contemporáneo. Mi esperanza es que sean los artistas de nuestro país los que, en sus obras, arrojen luz sobre lo que está sucediendo y permitan que la gente lo vea, porque no puedes actuar en consecuencia si no puedes verlo. Una vez le pregunté a Joseph Papp cómo elegía los proyectos, y me dijo algo que nunca olvidaré. Dijo: "elijo proyectos que iluminen la vida contemporánea". Y eso es lo que creo que deberían hacer todos los artistas", añadía.
Coppola ha defendido el trabajo en equipo, que Megalópolis es un proyecto que no podría haber sacado adelante sin la colaboración de sus intérpretes. Adam Driver, Aubrey Plaza, Nathalie Emmanuel, Giancarlo Expósito, John Voight y Laurence Fishburne han arropado al realizador en la rueda de prensa, horas después de su estreno mundial y la división de críticas, que van de película evento a propuesta fallida. "Históricamente, si preguntas qué oficio de las películas tiene más éxito como director, podrías pensar en los montadores, podrías pensar en guionistas, pero con diferencia, en toda la historia del cine, los actores son los mejores directores porque entienden las dos partes realmente esenciales de las películas, las de actuar y escribir. La actuación es algo sobre lo que se necesita mucho tiempo para aprender. Todos los grandes directores, incluso en la era del cine mudo, solían ser actores", defendía de su trabajo con los intérpretes, que han elogiado a un director que lleva su visión hasta las últimas consecuencias.
Megalópolis es una película destinada a agrandar la leyenda de Francis Ford Coppola. Dicen que ha sufrido 300 reescrituras de guion en estos 40 años años, la venta de sus viñedos, algunos problemas y locuras en el set -según cuenta el diario The Guardian-, y un carrusel de infortunios, especulaciones y rumores que la convierten en el evento del año. También, presumiblemente por sus 85 años, en la despedida de un visionario, como su protagonista, un hombre que cree en las utopías y se niega a renunciar a sus ideas del mundo y del cine. "Hay muchas personas que cuando mueren dicen, oh, ojalá hubiera hecho esto, ojalá no hubiera hecho esto otro, pero cuando muera, voy a decir, he hecho esto, vi a mi hija ganar un Oscar, he hecho vino y todas las películas que quería hacer. Voy a estar tan ocupado pensando en todas las cosas que tengo que hacer que, cuando muera, no me daré cuenta", concluía entre risas y aplausos.
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