Beber alcohol en el avión y luego dormirse es peligroso para la salud, sobre todo en vuelos largos
Un estudio realizado en Alemania demuestra que, en esta situación, la saturación de oxígeno en sangre y la frecuencia cardiaca bajan hasta niveles que pueden ser desencadenantes de problemas cardiacos graves
Madrid
La presión atmosférica disminuye exponencialmente con la altitud y, aunque la cabina de un avión está presurizada, cuando montamos en un vuelo nuestro cuerpo reacciona con una caída en el nivel de saturación de oxígeno en sangre alrededor del 90% (73 hPa). Este efecto se produce "en pasajeros sanos a altitud de crucero", explican los autores de este estudio. Y avisan de que la caída en la saturación es mayor dependiendo del vuelo y de la salud del paciente.
Si el oxígeno en sangre baja por debajo de este umbral se puede hablar de "hipoxia hipobárica", es decir, un descenso en el aporte de oxígeno a los tejidos de nuestro organismo que puede ser fatal para nuestra salud.
Al mismo tiempo es sobradamente conocido que al beber alcohol se "relajan" las paredes de nuestros vasos sanguíneos. Por último, diversos estudios explican que, cuando dormimos, hay momentos en los que la frecuencia cardíaca aumenta.
Sin embargo... ¿Qué pasa cuando se juntan las tres cosas? Los investigadores del Departamento de Investigación del Sueño y Factores Humanos del Instituto de Medicina Aeroespacial de Alemania han investigado si la combinación de alcohol, presión de cabina y sueño tiene un efecto peligroso para la salud.
La respuesta es que sí. Y lo han publicado en la revista especializada Thorax, una de 65 revistas publicadas por el British journal of medicine.
Y además avisan de que "cuanto mayor sea el consumo de alcohol, mayores pueden ser estos efectos, sobre todo entre los pasajeros mayores y los que tienen afecciones médicas preexistentes". Al final del estudio sugieren que "podría ser el momento de considerar restringir el acceso al alcohol a bordo en los vuelos de larga distancia".
El experimento
Los investigadores asignaron aleatoriamente a 48 personas de entre 18 y 40 años a dos grupos estratificados por edad, sexo e índice de masa corporal. La mitad fueron asignados a un laboratorio del sueño en condiciones normales de presión del aire ambiente (nivel del mar) y la otra mitad a una cámara de altitud que imitaba la presión de la cabina a altitud de crucero (2438 metros sobre el nivel del mar).
Doce personas de cada grupo durmieron durante 4 horas sin haber bebido alcohol, mientras que 12 durmieron durante 4 horas después de haber bebido alcohol durante 1 noche, seguidas de 2 noches de recuperación y luego una noche más en la que el proceso se invirtió.
Los participantes bebieron el equivalente a 2 latas de cerveza (con un 5% de alcohol) o 2 copas de vino (175 ml con 12%). Su ciclo de sueño, su saturación de oxígeno en sangre y su frecuencia cardíaca se monitorizaron continuamente.
En los resultados de la prueba vemos varias cosas importantes:
- Los que estaban a altitud de crucero y habían bebido sufrieron una caída de la SpO2 a un promedio del 85% y un aumento compensatorio en la frecuencia cardíaca a un promedio de casi 88 latidos por minuto durante el sueño.
- Los que no habían bebido pero estaban en altura se quedaron en el 88% de SpO2 pero su ritmo cardiaco no subió tanto y se colocó en menos de 73 latidos/minuto.
- Los que bebieron alcohol pero se quedaron en el laboratorio del sueño a ras de suelo tuvieron un sueño más o menos normal: 95% de SpO2, y poco menos de 77 latidos por minuto.
- Los que no habían bebido se quedaron en el 96% de SPO2 y poco menos de 64 latidos por minuto.
- Los niveles de oxígeno por debajo de la norma clínica saludable duraron 201 minutos con la combinación de alcohol más presión simulada en la cabina a altitud de crucero.
- Los que no habían bebido tuvieron niveles de oxígeno bajos durante 173 minutos
- El resto, los que estaban a ras de suelo o no habían bebido alcohol no estuvieron ningún minuto por debajo de los niveles saludables.
Además de todo esto, se midió también cuando los sujetos del estudio tenían lo que se llama "sueño profundo": Para los que estaban en el avión simulado y habían bebido, el sueño más profundo (etapa N3 del ciclo de sueño) se redujo a 46,5 minutos. El período de sueño REM también fue más corto entre los expuestos a la hipoxia hipobárica y al alcohol. El estudio recuerda que tanto el sueño N3 como el REM son fases importantes de las etapas de recuperación del sueño.
Los autores dicen que sus resultados dejan claro que "la combinación de la ingesta de alcohol con el sueño en condiciones hipobáricas supone una tensión considerable para el sistema cardíaco y podría conducir a la exacerbación de los síntomas en pacientes con enfermedades cardíacas o pulmonares".
E insisten: estos efectos "podrían ser aún mayores en las personas mayores". Por eso, concluyen señalando que "los profesionales, los pasajeros y la tripulación deben estar informados sobre los riesgos potenciales, y puede ser beneficioso considerar la modificación de las regulaciones para restringir el acceso a las bebidas alcohólicas a bordo de los aviones".
Cada año se producen 17.000 casos de emergencias médicas en el interior de un avión, según datos de la revista Emergency Care. El vicepresidente de la Fundación Española del Corazón, el doctor José Luis Palma dice que “en uno de cada 650 vuelos hay una emergencia, generalmente cardiovascular y grave, por lo que urge implementar normas para atender a estos pasajeros en vuelo”.
Javier Ruiz Martínez
Redactor de temas de sociedad, ciencia e innovación en la SER. Trabajo en el mejor trabajo del mundo:...