El cuadro que le cambió la vida a una estrella de Hollywood
‘El canto de la alondra’ salvó a Bill Murray, tal y como ha reconocido al protagonista de ‘Atrapado en el tiempo’ o ‘Lost in Translation’
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Madrid
Cuando lo estamos pasando mal, cuando la vida se tuerce y perdemos la esperanza, en los peores momentos es cuando el arte nos resulta útil de verdad. Hay cuadros que ayudan a superar crisis personales. Y hay uno muy especial que cambió la vida de una estrella del cine. En concreto, de Bill Murray, protagonista de ‘Atrapado en el tiempo’ o ‘Lost in traslation’. Es famoso por desaparecer del mundo y de repente reaparecer en situaciones inverosímiles. Una persona que, parece claro, lo ha pasado mal psicológicamente.
El cuadro que salvó a Bill Murray
Durante la presentación de una de sus películas un periodista le preguntó si ha habido algún momento en su vida en el que el arte haya supuesto un cambio. Murray aseguró que en su primera experiencia en el escenario estuvo “horrible” y que decidió salir a la calle a caminar sin rumbo. “Después de un par de horas, me di cuenta de que iba en la dirección equivocada en términos de estar vivo”, prosiguió el actor, que reconoció que, tras entrar en el Instituto de Arte de Chicago y toparse con ‘El canto de la alondra’, recibió un rayo de esperanza porque entendió que “toda persona puede tener otra oportunidad, porque el sol vuelve a salir”.
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El cuadro al que se refiere, ‘El canto de la alondra’, lo pintó Jules Bretón en 1884 y probablemente su gran virtud es que cualquiera, aunque no sepa nada de arte, lo puede entender y, sobre todo, sentir inmediatamente.
Es una mujer joven, claramente una campesina, que ha salido de su casa de noche para ir al campo a trabajar. Sabemos que es una campesina porque lleva una hoz en la mano derecha, lleva ropas muy simples, va descalza y sus manos son manos rudas, de alguien acostumbrado a trabajar con ellas. Se ha remangado la camisa y la sobrefalda, lo que indica que va a agacharse para trabajar en el campo. Se cubre el pelo con un pañuelo para que no se le llene de polvo.
Ella está en primer plano y a lo lejos vemos unas casas. Sugieren que es el pueblo donde vive. Ha salido de allí en plena noche para salir a trabajar en el campo. Durante su largo camino, el sol empieza a asomar por el horizonte y amanece. Podría ser un atardecer, pero ella va sin carga, sin el resultado del trabajo del día, y además tiene las manos y los pies limpios. Así que aún no ha empezado su jornada de trabajo.
En ese momento de luz tan especial, pasa una alondra cantando. Ella, maravillada con el sonido del pájaro, se detiene a escucharlo extasiada. Levanta la cabeza con la boca abierta, con la mirada perdida en el cielo y el ceño algo fruncido. No intenta buscar al ave sino que hace ese típico gesto de atención. No mira, simplemente se ha parado a sentir el momento, la belleza de ese amanecer en mitad del campo, el silencio, el frescor de la mañana.
Un cuadro que apela a todos los sentidos
No es un cuadro que apele solo a la vista. Se percibe con más sentidos: apela al oído (imaginamos el canto de esa alondra en medio del silencio total, quizá el viento que mueve las hojas), sentimos el frescor del amanecer, olemos la tierra húmeda por el rocío de la noche y la luz lo envuelve todo en un ambiente especial, evocador. Casi todos los sentidos participan para hacernos sentir un momento de belleza muy breve, pero casi perfecta.
Es fácil imaginar por qué Bill Murray se quedó impactado al ver este cuadro después de un día horrible. Te dice directamente: “Por muy mal que estés, el sol seguirá saliendo y tendrás una nueva oportunidad”.
Vemos a una mujer pobre que se tiene que levantar antes de que salga el sol para estar todo el día agachada, deslomándose para recoger la cosecha bajo el sol. Una vida muy dura, aparentemente sin satisfacciones ni grandes recompensas. Pero en medio de esa desolación, por un brevísimo instante, algo maravilloso ocurre: en medio de la luz tenue del amanecer, en el silencio del campo, una alondra canta. Algo brevísimo, insignificante pero precioso. Incluso en las peores circunstancias, cuando estamos a punto de rendirnos, pasa algo que nos dice que merece la pena seguir intentándolo a pesar de todo. Por muy mal que estés, el sol volverá a salir y habrá una nueva oportunidad. Algo bueno está por venir.
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Pero hacernos sentir eso de forma tan impactante e inmediata es muy difícil. Quiero explicarte qué trucos usa aquí para hacernos sentir todo esto. Cuando conoces los trucos, el cuadro aún es más espectacular. Todo el cuadro es un diálogo constante entre la calma, lo duradero, lo estable… y lo fugaz, temporal, lo inestable, lo que se pasa muy rápido.
Para hacernos sentir la calma de lo intemporal establece equilibrio entre la línea horizontal del horizonte y la vertical que forma la mujer (y que subraya con los pliegues perfectamente verticales de la falda interior que sugieren ausencia total de viento). Hay también equilibrio en la composición: la mujer no está exactamente en el centro sino ligeramente ladeada. Para que ambas mitades del cuadro tengan el mismo “peso” coloca en el otro lado, a lo lejos, la casa, los almiares y el sol. Incluso busca equilibrio entre la oscuridad de la mujer y la luz más brillante del amanecer. Todo (derecha e izquierda, primer plano y fondo) queda equilibrado. Eso nos transmite estabilidad, calma, sensación de algo duradero, eterno.
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Pero al mismo tiempo, el cuadro está lleno de fugacidad y fragilidad. La luz tenue y rojiza tan especial del amanecer dura segundos, es brevísima. Esa luz tan especial, oscura pero brillante a la vez, que rodea a la chica dura apenas unos segundos. El paisaje está lleno de alusiones al paso inexorable del tiempo: hay prados verdes al fondo aún por cosechar, junto a otros más secos que ya han sido cortados. Los almiares llenos de paja… Todo nos habla del imparable ciclo de la naturaleza. Esta fresca mañana de verano llena de vida acabará rápidamente, igual que si le irá la luz del amanecer. Incluso el canto de la alondra habla de fugacidad frágil. La alondra pone sus nidos en el suelo así que nunca canta cuando está posada en tierra para que no la descubran. Solo canta mientras vuela. Solo la podrás oír durante los brevísimos segundos en que pasa sobre ti.
Ese contraste y equilibrio entre lo eterno y lo efímero da el toque especial al cuadro. Nos está diciendo que un altísimo porcentaje de la vida es sufrimiento (como el día a día cotidiano de esta campesina que se rompe la espalda en el campo), pero en medio de todo eso siempre hay breves momentos de belleza, fugaces momentos de felicidad, que harán que todo lo demás valga la pena. Lo bueno es cortísimo (como el amanecer, el canto del pájaro que se va, ese momento de calma y silencio, esa luz tan especial que lo envuelve todo durante unos pocos segundos…), pero es tan poderoso que hace que merezca la pena seguir adelante. Siempre habrá un amanecer que compense.
¿Por qué elige el artista a una mujer campesina para contarnos esto? ¿Hay algún trasfondo oculto?
Es curioso porque este cuadro lo pinta un francés y se exhibe primero en Francia, pero casi inmediatamente lo compra un coleccionista de Estados Unidos y se lo lleva a Chicago, donde sigue estando.
En Francia los críticos ven en el cuadro un manifiesto conservador, en contra de la evolución del mundo moderno y la industrialización. Ven en esa joven campesina una oda al campo, el edén a salvo de las turbulencias del mundo moderno. Es conservador porque elogia el mundo rural donde aún perviven los valores tradicionales que se están perdiendo en la ciudad. Mira desde un punto de vista condescendiente al pobre campesino como ejemplo de la vida tradicional buena. Un cuadro para ricos conservadores.
Cuando lo compra este coleccionista y se lo dona al Art Institute de Chicago, el público estadounidense lo ve de forma totalmente distinta. Allí lo interpretan como la imagen del sueño americano: con trabajo duro y determinación, todo es posible. Esta chica pobre, gracias a su esfuerzo, saldrá adelante. Es la mentalidad estadounidense de finales del 19, que exalta la capacidad del individuo para abrirse camino entre los problemas. Hay que tener en cuenta que en Chicago, a finales del 19, todo el mundo es inmigrante o descendiente de inmigrante. Todos ven a esa campesina como la persona que empieza desde abajo y tiene la esperanza de que su esfuerzo la saque adelante. A principios de siglo, en 1934, este era el cuadro más popular y reproducido en Estados Unidos. Lo nombraron el cuadro más querido de Estados Unidos.
¿Ha cambiado el significado del cuadro como lo ha hecho la sociedad?
Hoy ya no nos preocupa el poder maléfico de las fábricas, la destrucción de la vida tradicional por culpa de las ciudades. Tampoco creemos tanto en el sueño americano. Sin embargo el cuadro sigue emocionándonos, incluso más que antes. Y es porque, más allá del contexto social o económico, sigue conectando con una necesidad humana absolutamente primaria. Este cuadro, hoy igual que ayer, nos da esperanza. Es una de las funciones más importantes del arte. Mostrarnos que, a pesar de todo, debemos tener esperanza en que las cosas van a mejorar.
Cuando Bill Murray entra en el museo desesperado porque piensa que es un desastre actuando y jamás será buen actor, le conmueve en este cuadro porque encuentra en él una esperanza para seguir adelante. Todos los días, pase lo que pase, amanecerá y tendrás una nueva oportunidad de salir adelante.
El cuadro nos da esperanza también porque nos regala algo de lo que carecemos la mayoría de nosotros hoy en día. Hay silencio, calma total, tiempo. Para escuchar esa alondra necesitamos silencio. Para disfrutar de ese amanecer necesitamos tiempo. Los ricos que iban al museo en el siglo XIX ni se paraban a pensar en eso porque les sobraba el tiempo y el silencio. Pero hoy, incluso los millonarios carecen de tiempo y silencio. Este cuadro te regala ese lujo inmenso para poder vivir un breve momento de felicidad. Te hace sentir que, por muy mal que lo estés pasando, sigue habiendo cosas que merecen la pena. Te regala la esperanza de que algo mejor está por venir.
🌻 El optimismo de Van Gogh | Pablo Ortiz de Zárate, el 'Arte-sano' de 'Hoy por Hoy'
Pablo Ortiz de Zárate
Educador de arte, colaborador de 'Hoy por Hoy'...