Bienvenido el pacto, pero sobre todo bienvenida la negociación

Madrid

Se acabó el bloqueo judicial. Más de cinco años después, PSOE y PP acordaron ayer la renovación del Consejo General del Poder Judicial y, desde entonces, una pregunta sobrevuela el pacto: ¿Por qué ahora? ¿Por qué el PP se aviene ahora a pactar lo que durante cinco años ha rechazado y por qué lo hace sin que haya variado la fórmula? Se hace con la ley vigente, a pesar de que el PP había llegado a exigir una nueva ley para cambiar el método de elección del órgano de los jueces. El propio negociador popular, Esteban González Pons, reconoció ayer, desde Bruselas, que los términos del acuerdo eran los mismos que fracasaron la última vez.

Por qué ahora y de esta manera quizás pueda explicarlo Alberto Núñez Feijóo, que a Pedro Sánchez no quería darle ni agua y que afortunadamente ha desempolvado su perfil más institucional para poner fin a una anomalía democrática sin precedentes. Se ha sobrepuesto a las presiones internas y ha dado el paso. Quizás sin quererlo se lo facilitó la fotografía de Ayuso con Milei, una medalla que puede haber valido un pacto. Un pacto que desactiva o, al menos, despoja de toda credibilidad las descalificaciones y los ataques furibundos directos al presidente del Gobierno. Continuarán, seguro, pero el acuerdo, necesario, les resta intensidad, y reconoce la legitimidad del Gobierno. Con este acuerdo, el PP reconoce, aunque sea de forma implícita, que el ciclo electoral se ha acabado y que la legislatura, quizá, durará.

Está bien, muy bien, que los dos principales partidos acuerden avanzar en la despolitización de la justicia, aunque los nuevos vocales, independientemente de su prestigio, hayan sido fruto de un reparto entre ellos y que el nuevo magistrado del Constitucional sea alguien de tan marcado carácter conservador. Está muy bien que se comprometan a poner los medios y las normas para que la frontera entre justicia y política se refuerce. Pero que sea de verdad, porque tan obsceno es salir de un Consejo de Ministros para entrar en la cúpula judicial como jactarse de controlar la sala segunda del Supremo por la puerta de atrás. La politización de la justicia no es del otro, ha sido un pecado de los dos, aunque el PP con su insistente bloqueo ha intentado perpetuarla.

Bienvenido el pacto, ojalá sea el primero de muchos, pero sobre todo bienvenida la negociación, la capacidad para la interlocución y, ojalá, la próxima vez no tengamos que acudir a la tutela de Europa, nuestra democracia es lo suficientemente madura como para poder resolver solos nuestros propios problemas, solo es necesario querer hacerlo, que no es poco.