Comodidad o declive social: el debate sobre si es adecuado ir a la oficina en pantalón corto
Las revistas de moda más influyentes ya se han pronunciado al respecto
¿Se puede ir a la oficina con pantalón corto?
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Madrid
Hay temas que se repiten cada verano: el precio de la sandía, la ocupación de los hoteles de playa, los consejos de tu dermatólogo... Pero el cambio climático, con olas de calor cada vez más intensas y frecuentes, está haciendo que el número de trabajadores que se plantea ir con bermudas a la oficina también vaya en aumento.
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Un tema relacionado con el pudor y con el relevo generacional que, según un artículo publicado por The Wall Street Journal, no suele abordarse en los centros de trabajo, pero sí en las redes sociales. Pero, ¿hay una norma establecida por las empresas o todo depende de la elección de cada empleado?
En ciertas profesiones está muy aceptado que los trabajadores usen pantalón corto: repartidores, tenderos, taxistas... En el caso de una oficina o de una redacción, sin embargo, la cosa cambia. Los defensores de las bermudas sostienen que la comodidad contribuye a sostener su rendimiento. Sus detractores, en cambio, opinan que hay ciertas reglas de decoro que, por mucho que sean reglas no escritas, no se deben transgredir.
Las revistas de moda también se han pronunciado. Un reciente artículo de Vogue señalaba que los pantalones cortos son "más cómodos y frescos" cuando hace calor, y que también pueden ser "apropiados para la mayoría de las oficinas". GQ, por su parte, se ha referido al hecho de llevar bermudas como una de las tendencias estilísticas del verano. Pero hay referentes del sector, como Tim Gunn, autor de A Guide to Quality, Taste & Style, que siguen resistiéndose.
Un antes y un después de la pandemia
"Si no eres un vigilante de la playa o trabajas cerca de una piscina, me parece que no está bien", ha asegurado a The Wall Street Journal. En su opinión, la comodidad no es un argumento de peso —siempre y cuando haya aire acondicionado en la oficina— y da igual que los pantalones sean elegantes o que estén hechos a medida porque "siguen siendo cortos".
Poco a poco, la relajación del estilo de vestimenta —el célebre business casual— se ha ido extendiendo más allá de los viernes, pero la pandemia, con millones de empleados trabajando (comodamente) en pijama desde casa, supuso un antes y un después, y ahora muchos optan por elegir su outfit —también hay que optar por una camiseta, un polo o una camisa— en función de con quién vayan a reunirse ese día, por ejemplo.
Algunos hombres se quejan de que, mientras se debate si ellos pueden llevar bermudas, está plenamente aceptado que las mujeres lleven faldas o vestidos. Y, en cualquier caso, hay empresas que están rediseñando su código de vestimenta, restringiendo los pantalones con bolsillos laterales a la altura del muslo, o aquellos que se quedan demasiado lejos de las rodillas.
Sea como sea, cada vez se le da menos importancia. Según una encuesta citada por The Wall Street Journal, en 2019 casi la mitad de los jefes de departamento consideraban que el código de vestimenta era algo importante, pero la cifra se sitúa ya por debajo del 31% y, al preguntarle eso mismo a los trabajadores, el descenso es similar.