¿Diógenes o acumulación compulsiva? "Es la punta del iceberg de la situación que está viviendo una persona"

Un trastorno mental grave, una depresión o una demencia pueden derivar en un síndrome de Diógenes. Por eso hay que tratar el problema previo. Y la curación dependerá del diagnóstico. Una depresión se puede curar. Un deterioro cognitivo se puede tratar y mejorar, pero no curar porque el proceso es irreversible.

"Antes de saber cómo hay que intervenir hay que conocer las causas que lo originaron, cómo se generó el problema para saber cómo se ataja. Trabajar sólo el síndrome de Diógenes sería como trabajar la punta del iceberg de la situación que está viviendo una persona", explica Ana Belén Santos -Olmo, profesora de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.

Los mayores, el colectivo más vulnerable.

No hay datos oficiales, pero según algunos estudios, el 3% de los mayores de 65 años pueden tener síndrome de Diógenes. Un tema que conoce bien la psicóloga Santos-Olmo porque ha trabajado con mayores en aislamiento social desde el Ayuntamiento de Madrid, y entre los grupos de riesgo están las personas que viven en soledad no deseada o las que acaban de enviudar. Son un grupo de riesgo en un síndrome que prácticamente afecta tanto a hombres como a mujeres, y también a gente más joven. De ahí que la prevención pasa primero por identificar al que lo padece y tratarle y arroparle con recursos sociales y familiares para proteger a un colectivo muy vulnerable.

Hasta 500 kilos de basura

Es la medida de lo que se encuentran los servicios de limpieza cuando acuden a la vivienda de una persona que sufre Diógenes. Pero no solo se topan con toneladas de basura sino con insectos, roedores muertos, cucarachas. Hasta en una ocasión se encontraron un palomar dentro de una casa, tal y cómo nos cuenta Felipe Raga, socio de LimpiezasExpress.com.

A la pregunta de quien suele solicitar la intervención nos explica que en algunos casos parte del propio afectado, porque los sanitarios están atascados, pero es más habitual que sea la familia o los vecinos los que den la voz de alarma y reclamen sus servicios. Con cuidado, profesionalidad y discreción se trabaja en la vivienda. Se procura que no esté el afectado en el momento de la limpieza porque puede sufrir un shock emocional y en todos los casos se informa al vecindario de los trabajos que van a realizar y se les previene para que no se asusten cuando vean insectos y cucarachas al levantar la basura.