Digan la verdad: cuenten que no quieren a niños en los restaurantes
La paternidad cambia la perspectiva
Madrid
Antes de nada, una confesión: yo también viví esa época en la que me podía incomodar acudir a un restaurante y encontrarme con una familia con niños en la mesa del al lado. Pero la paternidad cambia la perspectiva.
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En estas 'Aventuras y desventuras de un padre foodie' quiero contarles algo que me encontré al intentar hacer una reserva en un bistró del centro de Madrid. El mensaje previo al formulario de reserva de este restaurante termina así: "Debido a la reducida capacidad y distribución de nuestra sala, lamentablemente no podemos acomodar carritos de bebé ni contamos con tronas. Indicarles también que no disponemos de menú para niños".
No, esa sala no es tan pequeña como para no poder acomodar un carrito o no tener trona, y a este padre foodie le molestan mucho las excusas cutres como esta. Digan la verdad, cuenten que no quieren a niños en los restaurantes. O mejor aún, digan que no quieren a los adultos que no saben hacer que sus hijos se comporten en una mesa.
"No quieren ver a los niños ni en pintura"
La mayoría de madres y padres ya sabemos que hay restaurantes que no quieren ver a los niños ni en pintura y, en algunos casos, créanme, somos los padres los que tenemos muy claro que no es el lugar al que llevar a un niño, por el tipo de comida, por el tipo de servicio y clientela.
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Hace no mucho visité una parrilla en un pueblo de Galicia, un lugar de carne a la brasa, perfecto para cenar con niños. Elegimos mesa en la terraza, en una plaza pequeña y peatonal. Nos aceptaron la reserva sabiendo que íbamos en familia y, cuando preguntamos, nos dijeron que ellos no tenían trona.
En la misma plaza en la que los niños podían estar jugando a la vera de cualquiera de las mesas y de los clientes de esa parrilla, el restaurante decide no tener tronas. Algún día, algunos hosteleros comprenderán que, para que los adultos del futuro entiendan la gastronomía como parte de su cultura, conviene empezar a mimarlos desde niños. Por cierto, hay tronas suecas por 26 euros.
Pedro Blanco
Llegué a la SER en 1996 y desde entonces he trabajado como editor en diferentes programas. He sido director...