Si esto no es concierto ni es reforma, ¿qué es?

Madrid

Dejaron que, como se dice, Esquerra llevara el relato. Que dijera que había acordado con el PSC un concierto económico para Catalunya. La idea del PSOE era que nada estropease la consulta de ERC a su militancia. Pero la militancia votó y el PSOE decidió mantener el silencio sobre un acuerdo que afecta al sistema de financiación. Llevamos aquí ya unos cuantos veranos y no habíamos visto un agosto con tanto silencio en el Gobierno. Quizá pensando que, después de las vacaciones, quién se iba a acordar de un malestar que, esta vez, no era sólo de Page.

En julio, Sánchez respondió las críticas de Page, porque Page está siempre a punto para criticar a Sánchez. Pero esta vez no era sólo Page. Contra el acuerdo han saltado socios del gobierno. Y varias federaciones socialistas. Y Borrell. En esto, Page defendía la posición que, hasta el momento, defendía el PSOE: contra el concierto o contra aquello que sonara a concierto. Y es verdad que esa palabra no está escrita en el acuerdo con Esquerra, pero da a Catalunya la recaudación de todos los impuestos a cambio de una aportación al Estado.

De pronto, ayer, María Jesús Montero salió a decir lo que este acuerdo no es: ni concierto ni reforma. ¿Y qué es? ¿Cuánto será lo que Catalunya aporte al Estado y cómo queda la caja común? Si esto no es un concierto ni una reforma, ¿en qué se concreta el avance federal del que habló Pedro Sánchez? Lo que pasa es que lo que han pactado -se llame concierto o se llame de otra manera- no depende ni del gobierno ni de Esquerra. O no solo. Depende de una mayoría en el Congreso.

Ahora, ERC se molesta con el nombre y amenaza con dejar caer a Sánchez, para lo que haría falta una censura con el PP. ERC sabe lo que hay desde el principio. Esquerra habla de concierto porque es lo único que puede hacer por ahora: ponerle un nombre. Que sea realidad o no depende de que cambie la ley. Eso se lo preguntamos en este programa a la misma portavoz de ERC, a Raquel Sans, el 6 de agosto. Le preguntamos, antes de todo esto, qué pasaría si al final esa reforma no sale en el Congreso. ¿Dejarían caer a Illa? Y nos dijo que no.

¿De qué estamos hablando, entonces? ERC tomó una decisión estratégica: romper el bloque independentista, harta de Junts. Para algo así, necesitaba ofrecer algo a sus bases. Les ofreció un papel al que llamó concierto. El PSOE necesitaba investir a Illa: habría un presidente socialista en la Moncloa y otro en la Generalitat, con lo que podrían hablar del final del procés. A cambio, dejó el discurso en manos de Esquerra conscientes de que un cambio así no puede hacerse por una investidura. Todo esto, tan sencillo, bastaba con explicarlo. Sin miedo a las preguntas. Sin esperar semanas hasta la primera versión de la ministra de Hacienda, que dice ahora que miente quien diga -como dice ERC- que esto es un concierto.

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El gobierno estaba en contra de la amnistía. Dijo que serviría para pacificar. La realidad es que la dio porque necesitaba a Junts para una investidura que evitase un gobierno del PP. Se puede estar a favor o en contra, pero había una razón política a la que dieron mil relatos. ¿Por qué no decir las cosas sin envolturas? Si esto no es concierto ni es reforma, ¿qué es? Pues el compromiso para impulsar una reforma que no depende de ellos para investir a Illa y abrir una nueva etapa en Catalunya. Si a veces las cosas son exactamente lo que parecen y se entienden mejor si se cuentan. Sin explicaciones, lo único que se pueden pretender son adhesiones. El Gobierno ha preferido un silencio tan largo que ha traído este ruido de ahora.