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Opinión

Táper

La RAE introdujo la palabra en el diccionario en 2014, cuando ya los acumulábamos en casa. Eso sí, la castellanizaron con dos posibles variantes: túper o táper

Isaías Lafuente en 'La Ventana'.

Madrid

La empresa Tupperware ha anunciado su quiebra. Deseamos lo mejor a sus trabajadores, pero en este rincón de la radio nos fijamos en el nombre de su producto estrella, el tupper. Es de esas palabras peculiares que son marcas comerciales registradas de productos que se popularizaron tanto que el nombre original sirvió para nombrar después otros semejantes: tiritas, futbolín, aspirina... Y algunas de ellas, estas tres en concreto, llegaron incluso al diccionario hace tiempo.

En el caso del tupper, la RAE introdujo la palabra en el diccionario en 2014, cuando ya los acumulábamos en casa. Eso sí, la castellanizaron con dos posibles variantes: una, siguiendo la grafía original inglesa, túper, y otra, en su versión fonética, táper. Ambas son válidas, con una sola p y con tilde en sus primeras vocales. El nombre es curioso porque es un epónimo: Tupper era el apellido del fundador de la empresa. Y es tristemente curioso porque arrinconó las palabras tartera o fiambrera, documentadas en castellano desde hace siglos. Salvo sorpresas, Tupperware es desde hoy un fiambre empresarial, en la tercera acepción coloquial del término. Pero la palabra que nombra ese recipiente hermético se conservará en el habla y en el diccionario, que no deja de ser un túper o táper de las palabras.