Tanques y aviones, lo único que le falta a Hezbolá para alcanzar el nivel de los ejércitos convencionales
La milicia libanesa es la fuerza militar no estatal más poderosa del mundo y en algunos aspectos supera al ejército de su país
Tanques y aviones, lo único que le falta a Hezbolá para alcanzar el nivel de los ejércitos convencionales
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Madrid
Calcular el número exacto de efectivos y armamento con el que cuenta Hezbolá es muy complicado debido a su naturaleza. Su líder desde 1992, Sayyed Hassan Nasrallah, habla de 100.000 hombres en sus discursos. Diversos informes aceptan la cifra como la cantidad máxima de gente que podría movilizar, aunque reducen la cantidad de soldados profesionales a la mitad o un cuarto. Incluso con esa reducción, el consenso es considerar a la milicia chií como un ejército de tamaño medio respecto a los ejércitos actuales del resto del mundo.
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En cuanto al armamento, la organización cuenta con gran cantidad de medios. Irán le proporciona misiles, cohetes y drones para apoyarles. Sin embargo, el teniente general en situación de retiro Francisco Gan Pampols destaca que hay algo que aleja a Hezbolá de ser considerado un ejército al uso: la falta de tanques y de aviones de guerra. Elementos clave y el único campo en el que el ejército del Líbano, a pesar de lo precarias que son sus fuerzas aéreas, supera de manera clara a la milicia con la que convive.
Por esa falta de poder ofensivo, Gan Pampols no considera posible que la milicia pueda responder a Israel por la explosión de los buscas y los walkie-talkies del 17 y 18 de septiembre. A pesar de contar con una gran cantidad de artillería, que podría suponer un gran problema para muchos países, el país hebreo es una de las mayores potencias militares y tecnológicas del mundo. Y como han demostrado en el último año, son capaces de interceptar con su Cúpula de Hierro los misiles disparados desde el Líbano por la milicia.
El punto fuerte de Hezbolá
Sin embargo, aunque a la milicia le faltan carros de combate, tiene minas antitanques y sus soldados están muy curtidos en la guerra urbana tras más de 12 años de combates en Siria, donde han jugado un papel muy importante apoyando al Gobierno de Bashar al-Ásad. Por esos motivos, Gan Pampols cree que Israel si lo pasaría mal en caso de realizar una incursión en el sur del Líbano. Los elaborados sabotajes de esta semana a los buscas de la milicia, que aun a falta de confirmación oficial los analistas atribuyen a Israel, son una prueba de que el país hebreo no subestima a Hezbolá.
La organización está sumergida en la vida del Líbano. Además de una milicia, es una importante empresa del país, con negocios fundamentales para su funcionamiento, y uno de los principales actores políticos. Cuentan con el 12% (del 27% al que pueden aspirar) de los asientos en el Parlamento y dos ministros en un país con un sistema político divido en torno a las familias religiosas que conviven y su tamaño. La Constitución libanesa obliga a que el presidente sea cristiano, el primer ministro suní, y el presidente del Parlamento chiita (los miembros de Hezbolá pertenecen a esta última rama del islam).