¿Se puede oler el cáncer, el párkinson o el alzheimer?
Un proyecto pionero busca crear narices electrónicas que permitan detectar enfermedades de forma no invasiva y económica
¿Se puede oler el cáncer, el párkinson o el alzheimer?
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Madrid
El olfato, posiblemente el sentido más olvidado, nos puede sorprender. Y es que enfermedades como el cáncer, el párkinson o el alzheimer pueden olerse. Hasta el siglo XVII los médicos utilizaban el olfato para identificar algunos males. Hoy, se investiga para crear narices electrónicas que permitan diagnósticos precoces y no invasivos.
"Hay un campo muy abierto que es el volatiloma", explica Laura López-Mascaraque, investigadora científica del CSIC en el Instituto Cajal. El volatiloma es el olor que desprendemos, los compuestos volátiles que emitimos, "lo que está lleno de moléculas químicas". Se ha demostrado que los perros pueden oler el cáncer o el Covid, por lo que "lo importante" ahora es descubrir es qué es lo que huelen ellos. "Se está analizando qué moléculas se desprenden cuando tienes esas enfermedades y, a partir de ahí, el objetivo es crear narices electrónicas que detecten la enfermedad de forma precoz con una prueba no invasiva y económica", señalaba.
El olfato es posiblemente el sentido menos valorado, el más olvidado y también, cuenta la investigadora, es el que está más vinculado a los recuerdos y las emociones. Tras esta afirmación hay una explicación científica: Todos los sentidos están filtrados en el cerebro, que los procesa y los filtra en el tálamo, que es como un distribuidor. A diferencia de los otros, el olfato no pasa por el tálamo, va directamente a la corteza. No solo no hay filtro, sino que además el olfato está conectado con el hipocampo, la parte del cerebro vinculada a la memoria y con la amígdala, la zona cerebral relacionada con las emociones.
Por lo tanto, explica López-Mascaraque, acumulamos olores, pero en realidad lo que acumulamos es la situación, el momento, por eso un olor nos puede llevar fácilmente a la infancia. "Sería interesante trabajar con el olfato en las terapias de personas con la enfermedad de Alzheimer", señalaba, pues la pérdida de olfato puede ser detector precoz de esta enfermedad y de otras como el párkinson. La experta recordaba que durante las primeras oleadas de Covid la agnosia, la pérdida brusca del olfato, era uno de los síntomas que nos permitía saber que era Covid sin necesidad de test.
Son 400 los genes que regulan el olfato, mientras que los de la vista son solo tres. Además, cada uno tenemos un registro olfativo diferente. "Son curiosidades de un sentido que tiene muchas más posibilidades de las que los no expertos ignoramos. El olfato de los perros se utiliza desde hace siglos en criminología y las narices electrónicas hoy son las que nos permiten medir la contaminación", resaltaba la experta. Si lo perdemos, decía, puede ser "un peligro" porque no podremos oler a quemado, ni detectar una fuga de gas o el olor a podrido de un alimento en mal estado. Tampoco evocar el olor de una persona a la que amamos.