"Hoy no nos conformamos con una sola persona para toda la vida": los adolescentes ya no creen en el amor para siempre

Para Pablo, 17 años, estar enamorado es como un espejo. Solo tienes ojos para esa persona y todo tu mundo gira a su alrededor. Una idea romántica del amor que, posiblemente, puedan compartir millones de adolescentes en el mundo. Sin embargo, ese romanticismo parece romperse cuando se habla de la duración del primer amor, o del amor en general. «La sociedad ha cambiado mucho. Hoy no nos conformamos con una sola persona para toda la vida. Yo me pregunto, ¿dentro de 60 años seguiré con la misma persona?, ¿no podré dar un pico a nadie?», confesaba Pablo. Un pensamiento que, a la larga, les hacen creer que esa relación no durará. Pero, ¿qué piensan realmente los adolescentes como Pablo sobre el amor? ¿Se han enamorado de verdad? ¿Son celosos? ¿Creen en el amor para toda la vida? Santiago, 16 años, reconoce que conoce «cero relaciones» hoy en día que hayan durado para siempre. Para muchos, dice, es «aterrador» el pensar en estar con la misma persona durante toda tu juventud, pero «si piensas eso es que no estás enamorado». Sin embargo, para él, el amor no es perfecto, «pues todo tiene que terminar». María, 16 años, rechaza la posibilidad de que el primer amor dure para toda la vida: «Si empiezo una relación a los 14, a los 22 ya no tengo la misma personalidad, ni pienso lo mismo. Al madurar, con el paso del tiempo, ya no compartes lo que tenías en común con esa persona y sientes que no puedes estar con ella». Fabiana, 18 años, es la única del grupo que deja abierta la posibilidad de que el primer amor sea el definitivo, aunque su experiencia le diga lo contrario. Es, dicen, algo muy habitual entre los adolescentes. «Obviamente, está mal, aunque ahora ser infiel parece algo correcto. Conozco a muchas personas que han sido infieles a sus parejas y yo la verdad es que no lo entiendo. Si estás con una persona y la quieres, no puedes hacerle daño», dice María. Fabiana, que ha sufrido una infidelidad por parte de su ex pareja, confiesa que eso le ha afectado en su personalidad: «Me he convertido en una persona celosa y desconfiada. Tengo muchas inseguridades». Pablo es el único del grupo que se autocalifica como «cero celoso», pues, asegura, tiene «total confianza» en su pareja, aunque a él también le pusieron los cuernos. «Mis celos son distintos», dice Santiago. «A mí no me importa que mi pareja tenga amigos o hable con otras personas. Lo que me sienta mal es que si hay algo que solo compartíamos ella y yo, por ejemplo, una broma de la que nos reíamos juntos, lo comparta con otros», explica. María, sin embargo, asegura que es hipercelosa: «Puede que esté soltera por eso, pero no lo puedo evitar. A mí me molesta casi todo, luego es normal que no lo aguanten». En las relaciones entre adolescentes hay machismo, aseguran ellas. Se repiten, por lo que cuentan, roles que deberían haber desaparecido hace tiempo. «Si un tío tiene muchas novias, es un campeón. Si una tía se besa con muchos tíos, la tachan entonces de puta», decía Fabiana. Para María, hoy hay más machismo que antes entre los jóvenes. «Yo he escuchado comentarios muy fuertes, como que yo no discuto con mujeres ¿Qué haces diciéndole eso a tu novia?». Santiago está de acuerdo: «Hay unos estigmas, la idea extendida de que un hombre tienen que hacer ciertas cosas y la mujer otras. El hombre es el actuador y la mujer la recibidora y no debería ser así. En lo que no estoy de acuerdo es en que hemos ido a peor. Antes estaban más marcados los roles, él pagaba mientras ella en la casa con los niños y la cocina... Ahora ya se ven roles distintos», concluía.

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