Qué (buena) vida tan perra
Francesc Miralles, motivador de 'Si amanece', viene esta semana con un libro bajo el brazo, 'El perro que seguía las estrellas'. Con él descubrirnos cómo la relación entre las personas y los perros tiene enseñanzas muy positivas que podemos aplicar a nuestra vida
Qué (buena) vida tan perra
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Se calcula que en España hay más de 9 millones de perros, más que niños. Después de los perros mestizos, la raza más común es el Yorkshire y, en tercer lugar, el Labrador. El Golden Retriever ocupa el sexto lugar en popularidad.
Justamente de un Golden Retriever va la nueva novela de Anna Sólyom, 'El perro que seguía las estrellas', que tiene como protagonista a un perro perdido que recorre un larguísimo camino para volver a casa. En su aventura, va haciendo amigos y ayudando vidas, como Michael Landon en 'Autopista al cielo'.
La novela de Sólyom se abre con esta bella leyenda azteca sobre la amistad entre humanos y perros:
Los aztecas creían que, al morir, las almas emprenden un largo viaje que implica cruzar un ancho río. En ese río hay innumerables perros que nadan y eligen quién merece pasar al otro lado, a la orilla de la eternidad.
Y, así como en la vida el humano suele elegir al perro que será su compañero, en la muerte es el perro quien elige al humano que merece vivir para siempre. Muchos hombres y mujeres no se ganan la confianza del animal y no son elegidos, con lo que su viaje termina en el fondo del río y ahí permanecen para siempre.
Muchas personas intentan seducir a los perros con palabras cariñosas, pero ellos no se dejan engañar. Conocen la impureza o pureza de cada alma. Si en la vida has sido amable y compasivo con los perros, si has acogido incluso a alguno que andaba perdido, uno de ellos te elegirá para salvarte.
Por este motivo, los antiguos aztecas trataban con veneración a nuestros amigos de cuatro patas, porque sabían que eran sus mejores compañeros en la vida y en la muerte. Así concluye la leyenda azteca.
Cuatro enseñanzas para la vida humana que extraemos del libro 'El perro que seguía las estrellas':
1. La vida es un juego: contra la gravedad de la existencia, el juego de los niños. Muchas de nuestras angustias y miedos vienen de tomarnos nuestra breve existencia demasiado en serio. Cuando los problemas del mundo te superen, vuelve a jugar como en tu salvaje infancia, fluyendo con la vida como un perro que corre hacia una pelota voladora.
2. Los buenos amigos no necesitan hablar para entenderse: Perros y humanos no pueden conversar, pero pueden compartir profundos sentimientos al contemplar juntos las estrellas o caminar con la mirada puesta en el horizonte. También entre ejemplares de la misma especie, hay momentos y experiencias que unen los corazones y no se pueden expresar con palabras.
3. Saber pedir ayuda es a veces el mayor acto de valentía: hay que tener el coraje de expresar lo que necesitas a quien te pueda ayudar, incluso cuando se trate de un desconocido.
4. Hay que disfrutar ahora: puede no existir un después. Robert Brault, autor de un libro de citas, lo expresa así́: ''Si no puedes posponer el dolor, ¿por qué deberías posponer la felicidad?''.