Andrés Lima: "Ya no hay golpes de Estado, lo peligroso y perverso es que hoy el pueblo vota al fascismo"
Andrés Lima y Juan Cavestany nos presentan '1936', la gran cronología teatral sobre el golpe de Estado y la guerra civil española, nuestro "shock". Una mirada analítica, crítica y documental al auge del fascismo en España y sus ramificaciones contemporáneas
Andrés Lima: "Ya no hay golpes de Estado, lo peligroso y perverso es que hoy el pueblo vota al fascismo"
La guerra es un fracaso del ser humano y la guerra civil española es inabarcable, dice Andrés Lima. Al director de escena le interesa mucho la guerra, confiesa, y la violencia. Qué las produce y qué efectos tienen. El mundo es violento porque el sistema económico también lo es, como recogía en tres de sus últimos montajes. Asesinato y adolescencia, un encargo a Alberto San Juan sobre la violencia entre los jóvenes, angustiados ante un futuro más que incierto. Y las dos obras inspiradas en La doctrina del shock de Naomi Klein: Shock I (El Cóndor y el puma) y Shock II (La tormenta y la guerra). Un magnífico y premiado retrato de la historia del liberalismo económico, que pone y quita regímenes en diferentes países y continentes. "El proceso de ultraderechización de gran parte de la ciudadanía europea, no solo en España, tiene mucho que ver con la banalización de las políticas neoliberales, que utilizan a la ultraderecha para llevar a cabo sus cometidos", advertía Andrés Lima hace un año en La Hora Extra. 1936 también recoge todo esto, "el año en que España entró en shock".
Albert Boronat, Juan Cavestany, Juan Mayorga y Andrés Lima son los autores de 1936, un texto que este último dirige y que estrenan el próximo 29 de noviembre con el Centro Dramático Nacional, en la Sala Grande del Teatro Valle-Inclán. Un texto que bebe de muchos otros textos, entre ellos los de Manuel Chaves Nogales, decía Mayorga esta semana durante la presentación en el Teatro de La Abadía de El maestro Juan Martínez que estaba allí, adaptación teatral de una novela que, entre otros asuntos, también aborda el cómo se sobrevive a una guerra civil.
1936 es una obra muy coral, muy operística, con un reparto tan extenso que no hemos podido mencionar al completo en la entrevista, pero que es el siguiente: Antonio Durán “Morris” (Queipo de Llano, Obispo Antonio Montero, Nicolás Franco), Alba Flores (La Pasionaria, General Rojo, Mika Etchebéhère), Natalia Hernández (Yangüas Messía, Cardenal Gomá, Señora Guerra), María Morales (Manuel Azaña, Largo Caballero, Clara Campoamor), Paco Ochoa (Pau Casals, George Orwell, General Mola), Blanca Portillo (José Antonio Primo de Rivera, Von Richthofen, Rosario La Dinamitera), Guillermo Toledo (General Yagüe, Alfonso XIII, General Miaja), Juan Vinuesa (Francisco Franco, Norman Bethune, Ramiro de Maeztu) y el Coro de Jóvenes de Madrid.
Antes de haberse estrenado, ya se han vendido todas las entradas. ¿Por qué causa tanta expectación 1936?
Lima: Creo que el título llama mucho la atención. En teatro no se ha hecho tanto sobre la Guerra Civil. Hay unas cuantas obras bandera, como ¡Ay, Carmela! o Las bicicletas son para el verano, y muchas otras que se han hecho después. Pero un recorrido así, de toda la guerra civil, no conozco ninguna.
Cavestany: Esas obras tienen otras aproximaciones y otras intenciones, distintas a las de este proyecto que es mucho más ambicioso en el sentido de documental, de abarcar un gran relato.
Lima: Nosotros somos los autores, pero participa mucha más gente en la autoría. Para empezar, los propios protagonistas históricos. Es una obra muy basada en la historiografía y nos hemos asesorado con muchos historiadores. Recogemos los discursos de Azaña, los discursos de Franco, las declaraciones de Mola y muchas otras narraciones de los protagonistas que lo han vivido. Y, por otro lado, hay colaboraciones por parte de gente muy interesante, como Verónica Serrada, que hace una pequeña pieza sobre las milicianas. Francisco Espinosa, un gran historiador, Paul Preston y los diarios de Pilar Duaygües.
Cavestany: Es un diario poco conocido, por lo menos para nosotros, al que llegué investigando, leyendo. Es el diario de una chica en Barcelona, hija de una familia acomodada, burguesa, más bien más republicana o progubernamental, por así decirlo, que el estallido de la guerra le pilla, como a toda España, en su vida cotidiana. Y ella, con 15 años, lo empieza a contar en un diario que inmediatamente te remite a Ana Frank. Es una cosa literariamente alucinante y profunda, divertida, emocionante.
Lima: Es que es una crónica de su despertar amoroso, de cómo se enamora de un chico del instituto que resulta ser luego pro rebelde, aunque eso nunca queda claro en la función. Y es una crónica de todas las sirenas de bombardeos, de todos los refugios, de todas las colas y de todas las películas que ella va a ver durante los tres años. Es una especie de filmografía de lo que se estrenaba en Barcelona durante la guerra. Por ejemplo, ella va a ver Tarzán, el hombre mono, que se hizo en el 36. El Mago de Oz o Alicia en el País de las Maravillas. De repente empiezas a ver la guerra desde dentro, de otra manera. Nosotros hacemos un recorrido desde el 18 de julio, desde el mismo golpe de Estado, siguiendo al ejército franquista hasta la victoria de Franco. En ese sentido es una obra bélica, aunque espero que de intención antibélica, me gusta mucho todo lo que tiene que ver con la guerra, lamentablemente. Hay dos voces que sobresalen, una es la de Franco y otra es la de Azaña. Pero nos detenemos también en otros sucesos, otras historias. Qué pasaba con el hambre, qué pasaba con el terror o cuál era la relación de la Iglesia Católica con el movimiento y con la guerra. Todo esto conforma esta especie de serpiente, que es el espectáculo, que nos lleva desde el principio hasta el final de la guerra. Y después hay un flashback inevitable. A mí me hubiera gustado hacer una trilogía, que es la Segunda República, la Guerra y el franquismo, pero determinamos que debíamos hacer la guerra. Y entonces, para explicar las causas de la guerra, nos remitimos a la Segunda República, que el mismo 14 de abril de 1931 ya se estaba preparando una conspiración contra el gobierno legítimo del Frente Popular. Y entonces, a partir de ahí vemos las causas y consecuencias de la guerra.
La obra empieza el 18 de julio del 36 y lo hace con Pau Casals ensayando el Himno a la alegría que iba a tocar en la inauguración de las Olimpiadas populares, previas a las de Berlín en las que se blanqueó al nazismo. Esto no es un hecho muy conocido, ¿por qué habéis querido arrancar así?
Lima: Bueno, a mí me parecía que era muy significativo de lo que fue la guerra y, sobre todo, lo que era el mundo en ese momento. Muchos historiadores califican la Guerra civil española como el principio de la Segunda Guerra Mundial, directamente. Otros como el prólogo. Pero bueno, más o menos ahí están las fuerzas en conflicto, las fuerzas democráticas y las fuerzas que arrastra el fascismo y el nazismo, enfrentadas y la no intervención en un principio de los países democráticos en la guerra civil, como Francia e Inglaterra. Y además es verdad, las olimpiadas se programaron prácticamente paralelas. El 1 de agosto empezaban las de Berlín y el 19 de julio las olimpiadas populares en España, que eso es poco conocido. Ahora empieza a haber más información sobre ello, pero se organizaron unas olimpiadas populares muy potentes. Había más de 6.000 atletas y eran la alternativa o la respuesta a las a las olimpiadas organizadas por Hitler. Se dice que Goebbels quería el himno a la alegría para las Olimpiadas de Berlín y cuando se enteró Pau Casals, que era el comisario cultural de las Olimpiadas populares en España, pues dijo no, Beethoven no va a ser secuestrado por los nazis como un autor insignia. Nosotros también vamos a hacer el himno a la alegría y ya esa competencia artística reflejaba también lo que iba a suceder en brevísimo en España. De hecho, no se llegaron a inaugurar las Olimpiadas populares porque justo el día anterior, durante el ensayo general, surge el golpe de Estado en España.
La idea de revisar la guerra, ¿es también mirarnos a nosotros ahora, en cómo estamos? Igual que pasaba con Shock, si 1936 es parte de lo que somos hoy de alguna manera.
Lima: Pues sí, efectivamente. Cuando empezamos a pergeñar el texto, hablábamos mucho de que 1936, el golpe del 18 de julio, es nuestro shock. De hecho, la idea de montarlo surge de una de las últimas representaciones de Shock II, cuando estaba viendo en las pantallas donde se proyecta a Mosul, la ciudad de Mosul, absolutamente devastada por las bombas. Y pensé: esto es Madrid, esto es Guernica, esto es Barcelona. También es Gaza. Y creo que es el momento de revisar aquello, mirar a lo que fuimos para saber cómo somos y lo que podemos llegar a ser. Toda la obra es un ejercicio de memoria histórica, pero teatral, porque se ha escrito muchísimo sobre la guerra, se seguirá escribiendo y hay muchísima documentación. Nosotros lo que queremos aportar es la emoción, para meternos en la verdad de lo que sucedió con la emoción, qué se podía sentir en España en aquella época. Y para mí uno de los elementos fundamentales es el renacimiento del fascismo. Hay que saber cuándo surgió y por qué surgió en España el fascismo, con la herencia de Italia en ese momento y de lo que estaba sucediendo.
Cavestany: La gente se queja, joé otra vez la Guerra civil, pero si te pones a ver los números, lo que realmente se hace en el cine o el teatro, no ha sido tanto. Y tenía muchas ganas de decir que creo que hay una línea muy directa entre "viva la muerte" y querer lapidar a Teresa Ribera para salvar Mazón. Creo que hay una línea directa, clarísimamente. Y es que otra cosa importante que aporta esta función, como preguntabas, es el traerla al ahora. Andrés ha tenido una brillante idea, que es incorporar al montaje, aparte de un gran reparto de actores, a un coro, al Coro de Jóvenes de Madrid, que son chavales en sus veintitantos años y que, por cómo van vestidos, conectan con el presente, interpela muchísimo al espectador esa presencia de chavales actuales vestidos con su ropa de hoy.
Lima: Me interesaba mucho ese contraste, cómo de repente José Antonio Primo de Rivera puede estar dando un discurso y los que le están escuchando son chicos en chándal y camisetas de hoy en día y cómo reaccionan ante ello. Son espectadores y a la vez partícipes de eso. Y ahí, pasado y presente se unen. El renacimiento del fascismo tiene sus explicaciones económicas y socioeconómicas. En aquella época se reproducía a base de golpes de Estado, fundamentalmente. Ahora se da en las urnas. Para mí Trump es un representante de este renacimiento, aunque no se le llame como tal, aunque tenga el título de republicano. Milei me parece exactamente lo mismo. Meloni me parece exactamente lo mismo. Marine Le Pen me parece exactamente lo mismo. Y aunque ellos digan que es diferente, hay una fuerza ahí que le está dando el pueblo, que a veces el pueblo que vota no es especialmente violento. A lo mejor, pero está diciendo "deposito en esta persona la total idealidad de lo que vaya a suceder en mi país, incluso por el uso de la violencia". Y eso me parece muy peligroso y muy perverso.
Coincidís con algo decía hace justo una semana, en A vivir que son dos días, Antonio Scurati. Hay que llevar la emoción al público para entender lo que pasó. Emocionar también para conectar con lectores más jóvenes, porque el fascismo no volverá con camisas negras, el fascismo vive ya con nosotros, se ha adaptado a las democracias para destruirlas desde dentro. ¿1936 también es una manera de alertar de esto está aquí y no volverá con camisas negras?
Lima: El de Antonio Scurati es un libro que debería leer todo el mundo. Lo que ha pasado con la guerra es que en mi generación y posteriores no hemos sido conscientes de lo que era la guerra. Nos han vendido una historia que era absolutamente falsa, la historia de la victoria. La reflexión y ser conscientes es un primer paso. En España, en el 34, durante la segunda República, ganado la CEDA, que era la Confederación de Partidos de Derechas y en un principio pasaba exactamente lo mismo. Poco a poco se fueron derogando todas las leyes propuestas por la República y esas camisas negras al final volvieron.
Cavestany: Yo creo que ha habido un cine y un teatro sobre la Guerra Civil que empezó en la Transición, en los 70 y 80, con una mirada sobre la guerra que era la que correspondía en ese momento, para encajar. Una mirada creo que freudiana. No se miraba el conflicto, se miraba a la persona. Y ahora estamos contando la guerra o reflexionando sobre la guerra en otro tiempo, que es el tiempo de la posverdad. Así que estamos mirando la guerra de una manera casi didáctica, yendo a lo esencial, a cosas muy básicas y que abarcan desde lo documental, desde el discurso y a la vida cotidiana, al hambre, al privilegio o a la lucha de clases. Pero este montaje ocurre desde otra época y creo que eso es lo más definitorio.
Vuestra mirada es analítica, crítica y documental. No sé si uno de los errores a la hora de representar el golpe, la guerra civil o la dictadura es cierta equidistancia. Aquí todos cometieron barbaridades, todos fueron malos, ninguno fue bueno del todo. ¿Era uno de los temores que teníais?
Lima: Bueno, la equidistancia la tienes en cuanto a que eres artista, vives en los años 2000 e intentas saber la verdad del asunto. Pero no todos mataron igual, ahí están las cifras y es evidente que la victoria de Franco pasa por cientos de miles de muertos también. Las cosas no sucedieron con equidistancia. En una guerra, muchas cosas forman parte de la naturalidad, del caos que es la guerra. Pero aquí hubo un golpe de estado. Los primeros meses de 1936 en España no había guerra. Había un golpe de Estado con una serie de columnas que llamaban la columna de la muerte. Por ejemplo, en la campaña del Sur, en donde había un poder legítimo que había sido sustituido un golpe de estado violento, es donde hubo más muertos. Fue un golpe de Estado a la legitimidad, a un gobierno votado en las urnas democráticamente. A partir de ahí, un artista no puede ser equidistante. Esto de que había más Españas, la tercera España, no estoy de acuerdo. Había dos Españas y una de ellas dio un golpe de Estado y empezó una guerra.
Cavestany: Sí es verdad que apelar a la equidistancia hace saltar algunas alarmas, es un ejercicio extraño. Lo cual no significa que uno caiga en lo tendencioso, son dos cosas diferentes, No nos planteamos ser equidistantes y creo que eso no nos hace tendenciosos, aunque sea evidente la mirada que tenemos. Y esa equidistancia igual se podría sustituir o complementar con una cierta actitud de compasión, de querer contar todo también.