La astronauta Sara García: “Estamos 7 días en completa oscuridad con una humedad casi del 100%, con tareas donde la seguridad es crítica. Sin intimidad ni condiciones higiénicas”
Aimar Bretos entrevista a la primera mujer española en recibir entrenamiento para ir al espacio
Madrid
Antes de llegar al espacio, todo astronauta europeo ha de pasar por el Centro Europeo de Astronautas en Colonia (Alemania). Sara García es la primera mujer española en recibir el entrenamiento de este centro para ir al espacio. Este proceso la preparará para todo tipo de escenarios, desde la rutina en la Estación Espacial Internacional hasta situaciones críticas a las que deberá hacer frente fuera de su planeta, sin gravedad y a cientos de kilómetros de su familia. “Hay apoyo psicológico que te ayuda a prepararte. Como voy a estar en aislamiento lejos de mi familia o ante una situación dramática, todo eso se puede preparar”, comenta García.
Las entrevistas de Aimar | Sara García Alonso
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Cruzar las puertas del Centro Europeo de Astronautas y pasar por delante del busto de Yuri Gagarin supone que uno ha sido elegido para recibir uno de los entrenamientos más duros del mundo y que se va a preparar para ir al espacio. Sara García comenta que la cantidad de elementos que se enseña es tan grande y diversa que resulta difícil describir el día a día. Por un lado comenta que “hay partes teóricas en una clase, donde tratas todo tipo de temas, desde conceptos de biología e ingeniería aeroespacial hasta ley del espacio” hasta “contenido práctico que también va desde laboratorios de radiación y de biología, entrenamiento de la piscina. Buceo, para ir haciendo los primeros pasos de cara a futuras entrenamientos de caminatas espaciales”.
La ausencia de gravedad es una constante en el día a día en el espacio. La densidad del agua es lo más parecido que se puede encontrar en la Tierra, donde aún no se ha logrado eliminar la gravedad. De ahí que se haga mucho hincapié en este entrenamiento con el objetivo de que el astronauta se acostumbre a hacer tareas cotidianas en el espacio. García comenta que estos entrenamientos : “Pueden durar hasta cinco o seis horas fácilmente”. El estado de la Estación Espacial Internacional le obligará a realizar muchas tareas de mantenimiento. ”Está ya viejita y hay que, pues desde instalar una antena hasta arreglar algún tipo de de placa que pueda estar mal. Entonces, va desde habilidades operativas con las manos principalmente. Desde apretar tornillos hasta instalar otro tipo de de sistemas” especifica García.
Estas tareas son doblemente difíciles porque se tienen que llevar a cabo sin gravedad. Sara comenta que entrena “prácticamente todos los días” para ser excelente “a nivel cardiovascular, a nivel de fuerza, a nivel de equilibrio y de coordinación”. Las consecuencias de la ausencia de gravedad no se traducen solamente en la necesidad de estar en forma, García comenta que “las consecuencias fisiológicas para un ser humano de una misión de larga duración de unos 6 meses van desde una pérdida masiva de masa ósea, pero también de masa muscular. El sistema cardiorrespiratorio también se ve afectado y los sistemas inmunológico y cognitivo también, por estar tanto tiempo en aislamiento. Hay problemas de cataratas, hay problemas de alteración de los ritmos circadianos con el tema del sueño”. Añade que al volver a la Tierra, esos efectos se revierten con facilidad, pero para evitar daños a su salud, han de cuidarse minuciosamente
En la Estación Espacial Internacional García tendrá que hacer dos horas de deporte todos los días, de hecho, hay alguien hay una persona vigilando que así sea. La astronauta comenta que “la rutina de un astronauta durante una misión es para volverse loco” porque durante todo el día “cada minuto de tu día está perfectamente planeado” con “experimentos científicos hasta reuniones con control de misión o con el equipo médico”, donde además están monitorizados por profesionales que realizan un seguimiento exhaustivo de todos los ejercicios que se han realizado, la duración etc.
Las misiones espaciales se llevan a cabo en un entorno muy hostil y, sobre todo, en equipo. Además, se pueden dar situaciones de emergencia no previstas que pueden acabar con la vida del astronauta. García comenta el caso de Luca Parnitano, astronauta de la Agencia Espacial Europea que durante “una caminata espacial se le empezó a inundar el casco de agua y casi no lo cuenta”. El entrenamiento psicológico está diseñado al detalle desde cómo tomar decisiones en momentos críticos, cómo trabajar en equipo, aprender a ser un líder o un seguidor o cómo solucionar conflictos. García relata que han llegado a estar con sus compañeros en una cueva ”siete días en completa oscuridad con una humedad del 100%, ejecutando tareas donde la seguridad es muy importante, sin intimidad ni condiciones higiénicas” para después “como equipo, monitorizar zonas de la cueva que no se conocían, hacer experimentos científicos y llevarlos a cabo con éxito”.
Durante este proceso tienen apoyo psicológico tanto los astronautas como sus familias, porque, tal y como dice García: “Cuando ves a un ser querido en lo alto de un cohete con tantas toneladas de combustible a punto de explotar debajo de esa persona, tranquilo, tranquilo, no vas a estar”. De hecho, se hace mucho hincapié en preparar a las familias para ese momento. Para lo seres queridos, el día del lanzamiento, siempre hay un astronauta de la agencia con ellos en todo momento que les explica cómo está siendo el proceso. García incluso comenta que conoce astronautas que han llevado a sus familias a ver otros lanzamientos para acostumbrarles.
El regreso es algo en los que los astronautas piensan mucho, sobre todo, en las misiones de larga duración. García lo divide en tres partes. En “el primer tercio de la misión el ánimo del astronauta está muy arriba, porque al final tienes tanto que hacer, todo es nuevo, estás emocionado con la misión. Pero luego, llega un momento en que los ánimos decaen, porque al final no deja de convertirse en una rutina”. Por último “cuando ya empiezas a echar de menos a tu familia o salir con tus amigos, puedes tener ese ese pico de de caída. Suele ser hacia mitad de la misión”.
Con 16 amaneceres y atardeceres cada día, el sueño en el espacio resulta vital. No existen horas de luz y oscuridad. Muchos astronautas se acostumbran, pero otros recurren a la medicación. Al dormir, tienen que atarse a algo para no chocarse con algún objeto mientras duermen. Aquellos que tienen una misión de larga duración asignada tienen derecho a cama, pero en el caso de Sara García comenta que “casi seguro será una misión de corta duración. Yo no voy a tener probablemente un cuarto asignado. Me tocará pegarme a alguna pared de de algún laboratorio y dormir allí”.
Sí, en mi caso, si yo si me asignan una misión, que casi seguro será una misión de corta duración, yo no voy a tener probablemente un cuarto asignado y me tocará pegarme a alguna pared de algún laboratorio y dormir allí".