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Opinión

Cuyo

Las palabras tienen vida y tampoco debemos dramatizar que tengan fin

La palabra del día | Cuyo

Madrid

La editorial Contraseña ha publicado una serie de esquelas en las redes sociales en cuyos textos despide solemnemente a letras, palabras y conceptos que van muriendo por falta de uso. Comenzaron hace una semana con la necrológica dedicada al adjetivo Cuyo, "hijo de Cayo Cuius y de Lucrecia Cuia", decía la esquela, y miembro de una estirpe quijotesca en decadencia: viudo de la coma vocativa, hermano de los signos de apertura de interrogación y exclamación, de los gemelos dos puntos después del saludo en un correo y del punto y coma, todos ellos ya fallecidos o agonizantes.

Se ve que la esquela, paradójicamente, avivó el interés por estas palabras moribundas. Y en los días siguientes despidieron al ordinal Undécimo y a la segunda erre en las palabras prefijadas y compuestas, como pararrayos o contrarreforma. Si siguen en el empeño, creo que merece una gran despedida el artículo la, muy llorado en Zarzuela y en Moncloa, y cuya defunción se ha vivido con preocupación en la Moneda y en el Elíseo por lo que se les puede venir encima. En fin, las palabras tienen vida y tampoco debemos dramatizar que esta tenga fin. Pero tampoco conviene asesinarlas, dejarlas morir de inanición, enterrarlas por ignorancia o mandarlas al exilio por tontería.

CUYO | La palabra del día de Isaías Lafuente