Los trece minutos que pudieron cambiar la historia de la humanidad: apenas sabrías quién fue Hitler
Jorge Carrasco nos cuenta la historia de Georg Elser, el carpintero que atentó contra Hitler para poner fin a la guerra
Hitler estuvo a punto de morir nada más comenzar la II Guerra Mundial: los trece minutos que pudieron cambiar la historia de la humanidad
09:43
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1734501336_380_cut/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Madrid
El carpintero alemán Georg Elser estuvo a tan solo diez minutos de cambiar la historia de la humanidad para siempre. Después de ver que Adolf Hitler llevaba a Alemania a una nueva guerra mundial, el protagonista de esta historia decidió preparar un atentado contra el dictador alemán y su cúpula con el objetivo de poner fin a la misma por la vía rápida. Y lo cierto es que todo salió como estaba planeado salvo por una cosa, que la bomba en la que llevaba trabajando durante todo un año estalló diez minutos después de que Adolf Hitler y su séquito abandonaran el bar en el que se habían reunido para celebrar el aniversario de su golpe de estado fallido.
Más información
Así lo explica el escritor Jorge Carrasco en declaraciones a SER Historia, donde nos cuenta la historia de un personaje fascinante del que no se conocía prácticamente nada hasta estos últimos años: "Me encontré con él en una biografía sobre Hitler, donde apenas le dedicaban un párrafo. ¿Cómo es posible que un hombre anónimo intentara atentar contra Hitler y toda la cúpula nazi y que casi se los cargara? Cuanto más investigo sobre él, más asombro me produce. Por un lado porque fue un carpintero anónimo que diseño un aparato de relojería muy avanzado para su época que funcionaba al perfección y, por el otro, porque estuvo a tan solo trece minutos de acabar con Adolf Hitler".
Elser atentó contra Hitler para evitar la guerra
Después de presentarnos al protagonista de esta historia, Jorge Carrasco nos remonta hasta el 8 de noviembre 1939, el día en el que Elser pudo haber cambiado la historia de la humanidad. Tras descubrir que Adolf Hitler y otros miembros del Partido Nazi iban a realizar una pequeña celebración en la cervecería Bürgerbräukeller de Múnich, el carpintero originario de la región de Suabia (Alemania) decidió acercarse hasta la misma horas antes del evento y programó la bomba en la que tanto tiempo llevaba trabajando para que esta explotara durante el evento. Concretamente a las 21:20 horas, pues sabía que el discurso se prolongaría hasta esa hora más o menos.
Todo ello con el objetivo de eliminar a la cúpula nazi y que poner fin de una vez por todas a una guerra que acababa de empezar. Un plan que comenzó a pergeñar un año atrás, con la Crisis de los Sudetes que tuvo lugar en septiembre de 1938. Después de que Adolf Hitler comenzara a dar pistas de sus planes, Elser pensó que tenía que acabar con él para evitar un mal mayor: "Pensó que nos quería llevar a la guerra, así que atentó para intentar evitarla".
Quería eliminar a la cúpula nazi
El protagonista de esta historia no quería cambiar el régimen porque tampoco tenía una ideología política clara. Lo único que quería, tal y como explica Jorge Carrasco, era acabar con Adolf Hitler y todos aquellos ministros que llevaban a su país a una de las peores guerras de la historia: "Él quería eliminar a la cúpula nazi con el objetivo de que otros dirigentes menos fanáticos del mismo partido pudieran evitar que hubiera una guerra. En realidad, su idea fue bastante práctica". A partir de ese instante, el carpintero comenzó a planificar este atentado sin contárselo a nadie. Ni tan siquiera a su familia, con el objetivo de incrementar así sus opciones de acabar con el dictador alemán.
A pesar de que Hitler y los suyos debían estar en la cervecería durante el momento de la explosión, estos se marcharon diez minutos antes de lo previsto evitando así lo que parecía una muerte segura: "La sorpresa sería grande entre Hitler y sus seguidores. Las propias autoridades no sabían cómo reaccionar. No sospechaban una persona completamente anónima pudiera estar detrás de un atentado de este calibre. De hecho, la policía pensaba que el servicio secreto alemán estaría detrás de ello". Varios días más tarde, Elser confesó los hechos y acabó siendo detenido por las autoridades nazis. Pero no le juzgaron porque no quisieron darle voz. En su lugar decidieron llevarle a un campo de concentración, donde pasaría el resto de sus días. En abril de 1945, cuando Hitler llegó a la conclusión que la guerra estaba perdida, el dictador alemán hizo una lista de personas a las que había que matar. Una lista en la que aparecía Elser, a quien le pegaron un tiro en la camilla del hospital para poner fin así a su historia.
David Justo
(Astrabudua, 1991) Periodista especializado en tecnología y buscador de historias virales e inverosímiles...