Piratas del siglo XXI
Subimos a bordo de la fragata Reina Sofía, que participa en la misión Atalanta de la UE para combatir la piratería en el Índico, y conocemos qué hay detrás de la organización terrorista Al Shabaab, que recluta a estos piratas
'Los piratas del SXXI'
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La piratería en el Océano Índico ha repuntado a niveles que no se veían desde hace cinco años. De no haber ni un solo asalto entre 2019 y 2023, se ha pasado a 45 este año. Los grupos terroristas como Al Shabaab están aprovechando la distracción de la guerra en Oriente Próximo para actuar. Saquean buques, cargueros y barcos de pesca exigiendo el pago de rescates y alimentando la inseguridad en la zona del Sahel.
Frente a esta amenaza llevan quince años desplegados en la zona los centinelas de la Operación Atalanta: dos buques de la Armada y un avión. Es una misión europea liderada por España que tiene instalado su cuartel general en la base naval de Rota. Hasta allí nos hemos desplazado para embarcarnos en una de sus fragatas, la Reina Sofía. Sus radares y monitores rastrean el Océano Índico, como explica su comandante, el capitán Salvador Moreno. En la zona de Madagascar que nos muestra se han producido ataques de piratería y secuestros.
Los piratas cuentan con cinco campamentos en tierra desde donde organizan toda la logística para asaltar a los cargueros que atraviesan el Índico. Cubren una extensión del océano más amplia que todo el continente europeo, “una zona compleja donde la piratería se mezcla con los tráficos”, asegura el capitán, en la que operan sucursales de Al-Qaeda y del Dáesh.
Moreno, quien fuera jefe de operaciones de la Fragata Canarias durante el rescate del atunero vasco Alakrana en 2009, recuerda cómo recibieron la alerta del ataque. Entonces es cuando se aprieta el botón rojo y activan el protocolo para evaluar el riesgo de la operación dependiendo de si hay rehenes, de su nacionalidad y de la nacionalidad del barco pirateado.
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Los piratas están cada vez mejor preparados y armados, prueba de ello son los ataques con drones lanzados por los hutíes en el Mar Rojo. De hecho, las fragatas de la Unión Europea, entre ellas las de la Armada española, han tenido que empezar a equiparse con potentes sistemas anti drones. “Nos van a montar medios de soft kill, medios electrónicos para intentar que el dron pierda la capacidad de control y medios de hard kill, que son armas para intentar derribar el dron con mayor eficacia”, explica el capitán.
A la defensa en alta mar se suma un dispositivo en tierra, en el cuartel general de la Operación Atalanta en el corazón de la base de Rota. Allí escuchamos cómo un oficial serbio recibe los avisos de alerta desde el centro de operaciones. Un barco chino lleva días secuestrado por unos piratas en el que es el último incidente registrado este año. Los asaltantes están recibiendo apoyo logístico y de personal de uno de los campamentos piratas en tierra.
¿Por qué aumentan los asaltos piratas?
Seis del casi medio centenar de ataques de piratería registrados este año en el Índico se han producido con abordajes a buques grandes. El repunte de la piratería responde a “una ventana de oportunidad”, señala el Almirante Ignacio Villanueva, al frente de la Operación Atalanta. “La inestabilidad siempre trae más inestabilidad”, explica, en referencia a las crisis en la zona con los hutis, la guerra en Palestina y las actuaciones de Irán. “Lo que creemos que ha ocurrido es que los piratas, viendo que la comunidad internacional pone su atención en esos problemas, han decidido volver a la mar, porque Atalanta siempre ha dicho que la piratería estaba controlada pero no erradicada”, añade.
Todos los grupos de piratas (PAG) están compuestos por entre 12 y 20 personas, de los cuales solo un puñado son profesionales de la piratería, “los que están coordinados con teléfonos móviles, los que tienen armas y siguen las directrices de su Elder en tierra”, explica el Almirante. El resto son reclutados para salir a la mar y tienen menos vinculación con la actividad.
Sus formas de actuar son distintas y van desde el pirateo de barcos pequeños y con poco alcance para pedir un rescate, a los abordajes con armas ligados a problemas locales de licencias de pesca. Pero el método más peligroso, señala el militar, es el de abordar una decena de personas para buscar un “buque madre” intermedio que refuerzan con más piratas y llevan al medio de Océano Índico, en las rutas de los barcos mercantes, donde sirve para atacar violentamente barcos grandes. “Lo cogen y lo llevan a costa para iniciar un rescate que puede durar entre 15 días y varios meses”, asegura Villanueva.
Aunque el Almirante asegura que no son necesarios grandes recursos para ejercer la piratería, no recomienda que se paguen los rescates, que alimentan a estos grupos, por ejemplo, para seguir comprando armas. Recientemente Naciones Unidas levantó el embargo de armas a Somalia, que se centra ahora exclusivamente contra el grupo terrorista Al Shabaab.
Al Shabaab es quien recluta a estos piratas. Fundada en 2006 vinculada a Al Qaeda, la organización está liderada actualmente por Abu Ubaidah. “De hecho, Al Shabaab en su día se consideró como la rama territorial de Al Qaeda, más capaz a la hora de cometer atentados a nivel internacional, sobre objetivos occidentales”, explica Carlos Igualada, director del Observatorio Internacional de Estudios sobre el Terrorismo. Aunque últimamente están fortaleciendo su agenda local en territorio de Somalia y Kenia.
La financiación del grupo es una de las más sólidas de las organizaciones terroristas de todo el mundo. Según Igualada, “se estima que en 2023 su nivel de financiación era cercano a 150 millones de dólares” proveniente de diversas fuentes que van desde inversiones y donaciones legales a fondos ilícitos a través de la extorsión a empresarios o los rescates.