¿Dejas el cargador enchufado sin móvil? Estas son las consecuencias en tu factura de la luz
Tenemos ciertos hábitos con respecto a las fuentes de alimentación que no son eficientes
En la actualidad tenemos decenas de aparatos electrónicos que tenemos que ir cargando diariamente. Es el caso de los móviles, que con el uso extremo, casi que podríamos decir excesivo, hay quien tiene que alimentar la batería varias veces durante cada jornada, por lo que los cargadores están integrados al máximo en nuestra rutina y prácticamente los llevamos 'a cuestas' a cualquier sitio con la esperanza de encontrar alguna toma en la que poder enchufarlos. Las pilas las dejamos atrás hace tiempo, no del todo, pero sí que están menos extendidas.
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De esta forma, además de estos dispositivos que necesitan ser cargados, también tenemos muchos más que mantenemos enchufados las 24 horas del día, como televisiones, routers o frigoríficos, con lo que ello supone para el consumo eléctrico. Sí, aunque no estén usándose en un momento concreto, como podría ser el caso concreto de los televisores, siguen consumiendo energía, al igual que ocurre con las fuentes de alimentación de los smartphones, con los cuales solemos tener hábitos que no son del todo correctos.
Consecuencias al dejar el cargador enchufado
Con los teléfonos móviles se da un hecho muy común con respecto a los cargadores, y es que, aunque ya esté cargado el dispositivo, la fuente de alimentación se queda muchas veces enchufada a la corriente. Se puede pensar que si no está adherido al smartphone este no consume electricidad, pero no es correcto. La Unión Europea maneja ciertos datos en este sentido, apuntando a que en el modo de espera, el consumo de energía de los dispositivos puede ser de unos 0,3 vatios.
Otros datos arrojan la información de que un cargador puesto en la toma de corriente durante varias horas al día sin estar enchufado al dispositivo electrónico puede llegar a consumir hasta 2,5 kilovatios hora de electricidad al año, unas cifras que no parecen demasiado elevadas, pero es un gasto extra que suma a la factura de la luz y que puede evitarse muy fácilmente simplemente quitándolo. Pero no es la única consecuencia que puede tener esta acción, sino que, además del monetario, tiene riesgos de otro tipo.
Al estar en funcionamiento constante, estas fuentes de alimentación se empiezan a sobrecalentar, con lo que esto puede suponer, sobre todo si están algo defectuosas, pudiendo provocar chispazos e incendios. Así, las consecuencias pueden ser bastante grandes, pero también fácilmente solucionables enchufándolos en una regleta que tenga interruptor, pudiéndolo apagar una vez que terminemos de usarlo sin necesidad de sacarlo del enchufe. Si no tienes intención de quitarlos, quizá es la mejor opción.