Sociedad

Redescubren la criatura más extraña del mundo por primera vez en 87 años

Hace unos meses se avistó en Sudáfrica una especie que llevaba casi nueve décadas sin verse

Extremidad de un topo / Farm Images

Extremidad de un topo

Hay muchas especies que están en peligro de extinción, lo cual lleva a que se intenten proteger interviniendo en sus procesos reproductivos, minimizando los riesgos de su entorno y previniendo la aparición de furtivos o la intervención humana que puede poner en riesgo la supervivencia animal. A lo largo de los años han desaparecido bastantes, más de las que nos creemos, pero hay otras de las que nos encuentra rastro ni tan siquiera de que esa extinción se haya producido.

De esta forma, hay varios proyectos que buscan rastros de los animales de los que no se tiene ni paradero ni datos de que hayan dejado de existir de manera general. Ante estos resquicios de esperanza que supone la falta de información, se intensifican las operaciones, porque como dice el dicho popular, a veces, no tener noticias es una buena noticia. Y para muestra, un botón (ahí va otro refrán), puesto que hace unos meses tuvimos una alegría en Sudáfrica en este contexto.

Desde hacía 87 años no se tenía constancia de ningún ejemplar del topo ciego dorado, pero se volvió a ver tras muchas décadas de desaparición y una ardua tarea de búsqueda que contó con el trabajo de muchas personas y la utilización de nuevas tecnologías. Los científicos no habían avistado a este roedor desde 1936, pero esto cambió unos meses atrás.

Una búsqueda de dos años

El topo ciego dorado de Winton es una especie autóctona de Sudáfrica. Del tamaño de un ratón y de pelaje brillante del color de la arena, vive en madrigueras muy profundas e inaccesibles, saliendo a la superficie de la tierra en muy raras ocasiones, de ahí que haya sido tan esquivo y se mantuviera casi nueve décadas 'escondido'. De hecho, para encontrarlo tuvieron que pasar dos años desde que comenzara su búsqueda activa, así como un proceso de lo más complicado.

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Para detectarlo, los científicos usaron muestras de ADN ambiental (eDNA), el propio que los animales desprenden conforme se mueve, como células de la piel, pelo o heces, que fueron recolectadas gracias a un perro rastreador que recorrió 18 kilómetros del entorno que se calculaba que era su hábitat natural. Así, en la búsqueda, además del can, participaron un equipo de conservacionistas y genetistas del Endangered Wildlife Trust (EWT) y la Universidad de Pretoria.

Samantha Mynhardt, genetista conservacionista del Endangered Wildlife Trust y la Universidad de Stellenbosch, explicó en declaraciones recogidas por CNN que "extraer ADN del suelo no está exento de desafíos, pero hemos estado perfeccionando nuestras habilidades y refinando nuestras técnicas, incluso antes de este proyecto, y estábamos bastante seguros de que si el topo dorado de Winton estaba en el medio ambiente, seríamos capaces de detectarlo encontrando y secuenciando su ADN". Y así fue, dando con él satisfactoriamente y llevándose la alegría de que no había desaparecido.

Los detalles técnicos del hallazgo fueron explicados en un artículo publicado en la revista Biodiversity and Conservation, todo ello enmarcado en una investigación en colaboración con el grupo de conservación Re:wild, como parte del programa de Búsqueda de Especies Perdidas, iniciado en 2017, que tiene como objetivo el encontrar todos esos animales de los que no se tiene noticias, pero de los que hay indicios de que podrían no haberse extinguido.

 
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