Sociedad

El desconocido recuerdo enterrado bajo las obras de la M-30 de Madrid

Una de las arterias de circulación de la capital de España esconde una historia en su creación

M-30 de Madrid en 1989 / Gianni Ferrari

M-30 de Madrid en 1989

La arquitectura de las ciudades van modificándose poco a poco con el paso de las décadas. Se suelen llevar a cabo obras de adecuación, ampliación o nuevas vías de cara a mejorar las infraestructuras de las mismas con el objetivo de hacerlas más sostenibles, prácticas o mejor comunicadas. Ese fue el caso de Madrid, cuando a finales de los años 60 del siglo pasado se puso en marcha el proyecto por el cual se haría una carretera que sirviera para descongestionar el 'overbooking' de coches.

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En ese momento, la industria del automóvil empezó a crecer y extenderse por todo el país, lo que supuso que las calles interiores de las ciudades, sobre todo las más concurridas, se vieran con el peligro de colapsar por el incipiente tráfico. Así, nació la idea para descongestionar las calles de Madrid con la construcción de una carretera que pusiera solución a este problema y que fuera clave para el movimiento de personas en ella. Estamos hablando de la historia de la M-30, que sería inaugurada en 1974.

Su propósito era que no se formaran atascos y el propósito se cumplió. Al menos durante unos años, puesto que con el continuo crecimiento de la ciudad y los cambios sociales, económicos y tecnológicos, décadas después de que se inaugurara, la realidad es que esta se fue quedando un poco pequeña y se ha tenido que ir ampliando, pero esa es otra historia. La que nos ocupa en este momento es la de un secreto que se encuentra oculto bajo la M-30, bueno, más que secreto es un detalle que muchas personas desconocen.

La M30

La M30 / V. G.

La M30

La M30 / V. G.

La M-30 'arrolló' el Abroñigal

El río Manzanares tiene diferentes afluentes que se desperdigan por todo Madrid. Algunos de ellos sobreviven con el paso del tiempo, pero otros han desaparecido. Es el caso del arroyo Abroñigal, que en el siglo XIX tuvo la tarea de servir como desagüe del Canal de Isabel II, pero que en el XX terminó soterrado por la construcción de la M-30. Y es que este supuso que se tuviera que pensar mucho en cómo podrían adecuar la zona para crear las nuevas carreteras, que debían ir en ese sitio.

Así, tras desviar y canalizar su cauce, aprovecharon la depresión del terreno para llevar a cabo las obras completas. El sitio donde estaba ubicado es justo donde se encuentra el Nudo Sur en la circunvalación de Madrid, haciendo caer en el olvido a este arroyo. A pesar de ser mencionado en varias obras literarias españolas, ahora mismo solo nos queda su recuerdo y, precisamente, esos escritos, puesto que el Abroñigal quedó totalmente sepultado por la M-30. El avance de la civilización es imparable y el entorno natural tiene buena cuenta de ello a lo largo de la historia.

 
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