"Es que vosotros ya no controláis este mundo": la reflexión de Ángeles Caballero sobre el acto que conmemora el fin de la dictadura

Yo me quedo con una reflexión que me llevé para casa. Cuando terminó el acto que conmemora los 50 años de la muerte de Franco, hice un pequeño sondeo y les pregunté, como pregunto a los oyentes, si conocían los nombres de Jimena Amarillo o Albanta San Román.

No pasa nada, yo tampoco lo sabía hasta hace un tiempo, cuando mi hija me habló de las dos. Me puso la música de la primera, me habló maravillas del podcast en el que participa la segunda. Y es probable que tampoco lo supieran muchas de las personas, periodistas incluidos, que ayer abarrotaron (abarrotamos) el salón de actos del Museo Nacional Reina Sofía en el arranque de esos 50 años de España en libertad.

Esos, ese público, que sí saben quién fue el dictador que murió en la cama, que no necesitan que nadie les presente a Soledad Gallego-Díaz, que quizá se preguntaran ayer, durante unos segundos, quién demonios era ese treintañero llamado Javier Padilla, pero que avalaron su presencia en este acto porque escribió un libro sobre el asesinato de Enrique Ruano. Ese público que ha cantado, como casi todos, el 'Libertad sin ira' de Jarcha, y hasta el 'Anda jaleo'. A los que tampoco hace falta recordarles la falta de libertades de la dictadura, de los derechos humanos, la imposibilidad de contar lo que una ve y de decir lo que una piensa.

Porque el acto de ayer no era para nosotros, y creo que tampoco para los que fueron. Era para esa generación de españoles que lleva pocos votos en las urnas o que aún no vota. Esa generación que se informa de otra manera, que escucha lo que le viene por canales que quizá no son los nuestros. Que bosteza cuando le recomiendas que lea un artículo de 700 palabras. Esos que lo dan todo por hecho y por ganado. Esos que también a veces somos nosotros, cuando maquillamos el pasado y quizá pensamos que entonces las cosas eran más fáciles que ahora, aunque ni siquiera las viviéramos. Porque ya se sabe que el pesimismo, desgraciadamente tiene muy buena fama. Y porque la novedad, aunque camufle la caspa, el terror y la grisura, es irresistible.

Por eso lo de ayer no era para hacerlo en un museo, sino en un instituto, o en un campus universitario, o hasta en los rescoldos de la rave ilegal de Ciudad Real. Delante de gente que sabe cómo funciona un escape room y que no pone cara rara cuando lo escucha, y sabe que Jimena Amarillo está harta de que en los conciertos le sigan pidiendo que cante 'Cafeliko'. Una Jimena Amarillo, por cierto, que dijo una frase: "Y a quien le tense, que le destense", que no sé si iba para el público, para el PP o para quienes decidieron no acudir y mofarse de este acto.

"A ver, mamá, es que vosotros ya no controláis este mundo", me dijeron al volver a casa y contar lo que había visto. Y aún, con lo que soy yo, no he respondido.