La última paragüera de Bilbao da las claves para comprar un paraguas para toda la vida
'Paragüería Leoz' tiene casi 100 años de historia vendiendo paraguas a los vecinos de la capital de Bizkaia

La última paragüera de Bilbao explica las claves para comprar un paraguas para toda la vida
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Llevamos un mes de marzo pasado por agua. Con poca tregua, tras el paso de la borrasca Jana que tuvo a 12 comunidades en alerta con lluvias y vientos intensos, llega la borrasca Konrad, que además de lluvias también parece que va a traer nevadas en algunos puntos. Mientras muchos van perdiendo la paciencia día tras día mirando el pronóstico del tiempo, hay una tienda en Bilbao que abre sus puertas esperando a que empiecen a llegar los primeros clientes. "En un día podemos vender entre 25 y 30 paraguas", ha señalado Lourdes Leoz, propietaria de la 'Paragüería Leoz' de Bilbao, en La Ventana.
Tres generaciones han pasado por detrás de la última paragüería que se dedica exclusivamente a la venta y arreglos de paraguas. "Mi aitite la abrió en 1933, luego estuvieron aita y un tío, y después yo", ha recordado Leoz. Aprendió a arreglar paraguas desde pequeña en el taller la tienda, probando con algunos viejos. 43 años después, no tiene planes de jubilarse porque sus clientes "la matan", ha bromeado.
Llevar a reparar el paraguas no están habitual como parece, pero Leoz ha dejado claro que cada vez recibe más faena en el taller. "La gente no lo quiere tirar, quieren alargar la vida del paraguas", ha confirmado. La paragüera ha reconocido que hay algunos que no se pueden arreglar porque son "casos perdidos" a pesar de que lo intente todo. "Cambio las piezas, muevo los pasadores e incluso me he metido a hacer yo misma las varillas aunque me lleve mucho tiempo", ha explicado Leoz, que ha confesado a pesar de sus esfuerzos hay algunos paraguas que son imposibles.
Un paraguas para toda la vida
"Hay una leyenda urbana que dice que cuantas más varillas, mejor es el paraguas", ha recitado Leoz. Nada más lejos de la realidad, porque los paraguas buenos vienen con ocho varillas, pero "ocho muy buenas". Leoz ha destacado los paraguas ingleses y los italianos como los referentes dentro de la industria. Un mundo que se renueva año tras año, perfeccionando cada detalle para hacer un producto más duradero.
"El tema de las varillas de fibra de carbono se ha metido en los paraguas", ha contado Leoz. De esta forma, tenemos un paraguas más fuerte y resistente, a la vez que ligero. Leoz ha recordado los antiguos paraguas de acero, "que tenías que desayunar doble para llevarlo", ha rememorado divertida la paragüera. "Lo primero es la calidad y luego la estética", ha advertido Leoz. "El pequeño comercio, si se tiene que valer de algo, es de que responda bien al cliente, de calidad y venda algo bueno, sino lo tenemos claro", ha reclamado.
Leoz compone el paraguas perfecto de "ocho varillas, con una tela satinada y tupida para que no entre el agua". El diseño va a gusto del consumidor, pero la paragüera ha señalado que tiene preferencia por los colores alegres: "Los días de lluvia son grises y tristes, hay que meter un poquito de chispa". Borrasca tras borrasca, Leoz ha confesado que puede vender al día entre 25 y 30 paraguas. "Al estar sola en la tienda, cuando me entra gente tengo que dejar el taller para atender, así que cuando llueve reparo menos porque me entretiene el mostrador", ha contado.
Un museo de paraguas
En el Casco Viejo de Bilbao se encuentra la 'Paragüería Leoz'. Con los laterales cubiertos de paraguas y un mostrador central, recoge todo tipo de producto para todo tipo de cliente: grandes, pequeños, de caballero, de señora, unisex, de mango arqueado, mango recto... Leoz pasa los días dentro del taller, como ha hecho toda su vida imitando a su padre y a su abuelo. Ella ya se podría jubilar, pero ha explicado que no tiene relevo generacional con sus hijos. Eso sí, "al pequeño igual le podría haber camelado para que hubiese venido a la paragüería", ha contado Leoz.
"El paraguas es algo muy personal", ha señalado Leoz. "Además de resultarte grato y cómodo, los paraguas tienen alma", ha dicho. Y es que en las paredes de su negocio se esconden paraguas que guardan un valor sentimental para la paragüera. "Tengo un paraguas que me depositó una señora que lo compró su madre a mi aitite. Es un paraguas precioso de casi 100 años que la mujer me trajo porque su dueña iba a ir a una residencia y quería que yo lo conservase, sabía que para mí iba a ser especial guardarlo", ha descrito Leoz.
Otro de los paraguas que conserva con especial cariño son unos con puños de asta de toro. "No tienen el arco como acostumbramos a ver. Los hacían en Italia para casas de alta costura de París", ha explicado Leoz. Fueron un regalo de un fabricante que entonces viajaba para copiar ideas de otros países y traerlas a España. "Son divinos, tienen unos puños muy bonitos", ha señalado Leoz.
"Tengo una pequeña colección de paraguas", ha resumido Leoz. La paragüera ha confesado que lo que la ocurre con los paraguas no es algo normal, pero que está feliz sabiendo que le entusiasma su trabajo.